El Día Mundial del Turismo, que celebramos hoy 27 de septiembre, propone cada año un lema con el que pretende marcar un horizonte de futuro para promover una actividad más sostenible, más respetuosa con el medio ambiente, más implicada con el desarrollo local, más accesible, más solidaria, más social y más comprometida con la convivencia intercultural. Anualmente, esta efeméride nos coloca frente al espejo y nos invita a reflexionar con más fuerza si cabe sobre algunos de los retos a los que se enfrenta esta industria. Quizás el más significativo sea la lucha contra la estacionalidad, al tratarse de una circunstancia que afecta de manera global y en alguna medida a todos los lugares y a todos los segmentos. Este fenómeno genera una serie de efectos negativos, entre los que destacan la pérdida de rentabilidad y eficiencia de la planta hotelera y las infraestructuras turísticas, la inestabilidad y precariedad del mercado laboral, la sobreexplotación de los recursos en determinados periodos del año, así como una pérdida de competitividad en la imagen de los destinos.

La desestacionalización es un reto recurrente desde que el turismo se convirtió en un fenómeno de masas y en un motor de crecimiento para multitud de países y regiones; y es, quizás, también el más complejo, ya que se debe tanto a factores internos de la actividad, por la excesiva dependencia de algunos segmentos y el gran peso de determinados mercados emisores de marcado carácter estacional, como a causas externas de tipo climáticas, culturales o sociodemográficas. Aunque no por su recurrencia o complejidad, elude el compromiso que necesariamente debemos adquirir las administraciones públicas y el propio sector para alcanzarlo. Porque, además, resulta significativo comprobar cómo dando respuesta a este desafío, se la daríamos al mismo tiempo a muchas de las reflexiones que nos plantea cada año la Organización Mundial del Turismo, es decir, promover una actividad más sostenible, más respetuosa con el medio ambiente, más implicada con el desarrollo local, más accesible, más solidaria, más social y más comprometida con la convivencia intercultural.

Andalucía ha cerrado los ocho primeros meses del año de una manera excepcional, con cifras récord tanto en viajeros alojados en los establecimientos hoteleros, con más de 12,3 millones (+7,8%), como en pernoctaciones, con 36,4 millones (+8,4%), gracias al comportamiento de los principales mercados emisores, pero, en especial, a los internacionales, donde los repuntes obtenidos han sido de dos dígitos. Se han cubierto las buenas expectativas conforme ha ido avanzado el ejercicio y se han contabilizado crecimientos destacados en los grandes periodos vacacionales y puentes festivos.

Pero más allá de las cifras, los resultados registrados en Andalucía tanto en lo que llevamos de verano como en el acumulado del año marcan una clara tendencia de desestacionalización, ya que si bien los datos de la época estival son excepcionales, los incrementos de estancias fuera de temporada han sido aún mejores. Esta reducción efectiva de la estacionalidad no solo viene acompañada de un mejor reparto de los flujos turísticos en el tiempo, sino también en el territorio. Así, aunque el aumento en las pernoctaciones alcanza a todas las provincias, las zonas que más están creciendo en estancias durante los últimos ejercicios son, precisamente, las de interior, lo que propicia un reparto más homogéneo de la actividad en toda la región. Toda la industria turística está realizando un importante esfuerzo para consolidar estos buenos registros a partir de una apuesta constante por la calidad y la fidelización del visitante, y trabajando cada día por fortalecer el sector en términos de empleabilidad.

Y es ahora, cuando, lejos de caer en triunfalismos o en actitudes complacientes por los resultados obtenidos, debemos acometer un proceso de innovación y reinvención permanente que nos permita una mejor distribución de los flujos de viajeros tanto en el tiempo como en el territorio, y seguir así impulsando el turismo como generador de riqueza y empleo para la comunidad. Andalucía puede y debe ser un destino abierto los 365 días del año, porque tenemos recursos suficientes para configurar un interesante catálogo que abarque todas las temporadas, y la estrategia debe pasar por saber combinar estos recursos, ponerlos en valor y mejorar su comercialización.

Bajo estas premisas, se ha aprobado el Plan General de Turismo Sostenible de Andalucía (PGTS) Horizonte 2020, un nuevo marco estratégico con un presupuesto de 420 millones de euros para sus cinco años de vigencia que pretende dotar al sector de instrumentos y recursos con los que adaptarse a los cambios del entorno, del mercado, de la competencia y de la tecnología. Este plan marca las pautas para dirigir la evolución de la industria turística y sirve de referencia para el resto de los instrumentos de planificación en la materia, como las Estrategias para la Gestión de la Estacionalidad Turística, cuya segunda anualidad aplicaremos este mismo otoño.

Quiero aprovechar la oportunidad que nos brinda hoy el Día Mundial del Turismo para animar a todos los agentes del sector -empresarios, profesionales y administraciones- a trabajar conjuntamente en la diversificación de la oferta, en la generación de nuevos productos, y en la búsqueda de nuevos mercados emisores, para conseguir mantener ´abierto´ nuestro destino y ofrecer experiencias los 365 días del año. Avanzar en este objetivo de desestacionalización supondrá, sin duda, incrementar la competitividad, la estabilidad en el empleo y garantizar mejores expectativas de futuro. En este reto, que supone transformar una debilidad en una oportunidad, contarán, sin duda, con el compromiso y el apoyo del Gobierno andaluz.

Francisco Javier Fernández* es consejero de Turismo y Deporte de la Junta de Andalucía