Molesto control de los barones, por Lluís Vinuesa Serrate

Pablo Iglesias Posse fundó el PSOE en 1879 y entró en la clandestinidad en 1939, pero hoy, su nieto Pablo Iglesias Turrión dirige a Podemos, otra formación de izquierdas posiblemente en concordancia con la primera, pero debido a la complejidad interna de las mismas y a los hechos políticos acaecidos en el país, aún no ha habido la concordancia suficiente para que los dos partidos puedan pactar esa tan deseada investidura que Rajoy tiene bloqueada, y que las izquierdas pueden suplir con su alternativa para formar nuevo gobierno.

Pero hasta que ello pueda acontecer, el PSOE tiene problemas con sus líderes, quienes se disputan el poder con la neura de «salvar España» de más de nueve meses en funciones.

El 30 de octubre termina el plazo para esa investidura, y de no haberla, iremos directos a las terceras elecciones que algunos fingen no desear.

Los reaccionarios del PSOE, excepto Pedro Sánchez, pretenden con su abstención, facilitar la investidura a Rajoy, pese al clamor de la militancia manifestado en Ferraz, repudiando al PP y defendiendo a Pedro Sánchez, quien antes de su forzosa dimisión es quien tenía la posibilidad de parar y rehacer los malos resultados que heredó de sus homólogos en el partido.

Ahora, Sánchez es diputado del Congreso en una fila de más atrás, y va a presentarse a unas primarias de su partido, lo que hace suponer que va a plantar batalla a quienes le han hecho la «cama», muy similar a lo que sucedió años atrás con Felipe González y Alfonso Guerra.

Hay en el PSOE un claro dominio territorial de los barones históricos, y los próximos debates que pretenden normalizar la tensa actual situación, deberán, para bien del partido, dar acceso a los jóvenes, como lo es Pedro, y darles tiempo (el suficiente), para hacer un resset a las arcaicas reacciones «golpistas» de los nostálgicos históricos.