Tiene tela, pero así es. El presidente del Gobierno en funciones, Mariano Rajoy, visitó el pasado jueves el Congreso Jurídico de la Abogacía malagueña, el foro en su especialidad más importante de todo el país. El hecho de que el presidente del PP inaugurase este evento es todo un reconocimiento a la significación que ha alcanzado en el país el Colegio de Abogados de Málaga. Otra cosa es lo que dijo. Y lo que no. Porque Rajoy habló de Justicia, reconoció implícitamente aquello de lo que se quejan los jueces y los abogados desde hace años: que este servicio ha sido el gran olvidado de la democracia, que es maltratado sistemáticamente con una calculada falta de medios humanos y materiales y que ahora, vino a decir, lo que hace falta es hacer la gran reforma integral de los juzgados que se merecen los españoles. Mejor tarde que nunca, pero a buenas horas, la verdad. El guante lo recogió rápidamente Victoria Ortega, presidenta del Consejo General de la Abogacía Española (CGAE), quien se ofreció a liderar un Pacto de Estado por la Justicia y a llevar las negociaciones con diálogo y siempre buscando el consenso. Además, Rajoy demostró que venía con la lección aprendida y desgranó todas y cada una de las reformas emprendidas por su Gobierno en materia de Justicia, y también, y eso le honra, habló de los jardines en los que su exministro Alberto Ruiz-Gallardón metió al Gobierno con la Ley de Tasas, el partido judicial uniprovincial y otras más. Sin embargo, este discurso llega a destiempo, porque tuvo mayoría absoluta para impulsar una reforma de verdad, desde abajo, hablando con el PSOE cuando este era un partido fiable, pero el tiempo ha pasado y, aunque ahora se vislumbra la formación de un gobierno, parece complicado que la promesa de una gran reforma judicial no quede en papel mojado. Para toda reforma hace falta dinero. ¿Hay dinero para llevar a cabo estos planes? Y con esa pregunta quiero decir que si hay parné, pasta, para Justicia en vez de para coches oficiales y subvenciones y administraciones paralelas y jefes de gabinete. Rajoy habló de Justicia, algo que no ha hecho en ninguna de sus campañas electorales, una situación calcada de todos y cada uno de los líderes políticos de este país, porque, al fin y al cabo, muchos compañeros de todos los partidos se sientan ahora en el banquillo de los acusados y lo importante, la verdad, es que a los imputados no se les llamase por lo que son, sino investigados, y que los detenidos noJuzgado de guardia

salgan esposados en los medios, que eso queda mal y hay que pagar favores. El tiempo se acaba y para que el país sea competitivo necesitamos una Justicia a la altura.