Atraparon al anguila comedora de angulas. A uno de los acusados en la Gürtel, a Jesús Sepúlveda, le llamaban «El Angulas» por la ‘pechá’ de estos carísimos pececillos que se daba. No hay que confundir, me refiero al Sepúlveda exsecretario del Área Electoral del PP, no al escritor chileno del mismo apellido que escribió, entre otras obritas emocionantes, El viejo que leía novelas de amor. Altamente recomendable para este todavía húmedo fin de semana.

Like a rolling stone

El Nobel de Literatura por primera vez ha recaído en un cantautor, y no ha sido en el inconmensurable Serrat. Por eso, nunca como ahora, Bob Dylan está en el viento, dando tumbos por los oídos del mundo como un canto rodado. De niños los acusados de la Gürtel también cambiarían cromos como quien obtiene un tesoro en el barrio. De mayores, convertidos ya en escurridizos anguilas, algunos manejan con la misma pericia que las viejas estampas los billetes con que rellenaban los sobres que Correa entregaba a los políticos. «Te despojas de otra capa de piel, siempre delante del perseguidor que llevas dentro». El verso del Nobel Dylan podría aplicarse al enjuto Correa en su comparecencia ante el tribunal. Pertenece a ‘Jokerman’ (en español, Bufón), una canción que se supone que trata la corrupción política pero con cuyas alusiones bíblicas y urbanas traducidas sigo sin conectar.

Paco por su casa

Lo de los sobres rellenos de billetes lo hacía Correa como Paco por su casa (como tantos empresarios que no salen en las listas, acostumbrados a la cultura del cohecho para obtener una adjudicación como un elemento más de la pericia empresarial). Pero «la casa» de Paco Correa, según su propio testimonio, era Génova 13, la sede del partido que gobernó y que ahora gobierna en funciones este país algo desvencijado que aún llamamos España. El Gürtel está ocurriendo paralelo al juicio de las tarjetas Black, donde están implicados anguilas de todo pedigrí político y social (resultaba entrañable ver cómo en un momento del juicio el otrora todopoderoso Miguel Blesa, sentado en el banquillo de los acusados, recogía un bolígrafo caído al suelo para devolvérselo al otrora todopoderoso Rato). Y todo está ocurriendo cuando el fiscal anticorrupción pide 20 años de cárcel para el exconsejero andaluz de Empleo, Antonio Fernández, por ayudas otorgadas a empresas con intrusos colocados entre sus prejubilados, con lo que la petición para Fernández va ya por 28 años de condena, ya que se suman los ocho años que ya tenía pedidos en la llamada pieza política de los ERE, la que encausa a los expresidentes Chaves y Griñán. Y cuando en Badalona rompen los autos judiciales. Qué mejunje tan poco tragable…

Dylan en Málaga

Estuve en el multitudinario concierto que Bob Dylan dio en la plaza de toros de Málaga en abril de 1999. Ilusionado, me aburrí, ausente de referencias culturales y aún sin saber nada de inglés (me habían dado Francés en el colegio y el instituto) Ni la bonita Blowin in the wind obró el milagro. La única canción que había atraído las orejas de mi barrio como un hit inesperado de aquel yanqui flaco y con sombrero que tocaba la guitarra y la armónica al mismo tiempo era Man gave names to all the animals. Así que su monocorde voz de gato me tumbó. Yo, como la chavalería de mi barrio, fui consumiendo adolescencia escuchando discos de hermanos mayores de amigos en el tocadiscos de mi tío que iban del rock sinfónico de King Crimson o Deep Purple al electrónico de Alan Parsons Project y a Bowie y a los Talking Heads y a Dire Straits y a Led Zeppelin y ACDC o Iron Maiden y sus símiles castizos Obus o Leño, que nos acercaban al heavy en un español metálico desgarrado y teatral. Lo consumíamos todo junto, sin progresión cronológica ni ayuda argumental.

Música de radio

Pero las músicas que de verdad nos marcaron salían por la radio y las grabábamos en cintas de casete. Entre ellas las canciones del entonces gran Camilo Sesto, las de Pablo Abraira, las del primer Miguel Bosé, las del brasileño Roberto Carlos, las de los románticos poperos italianos sucesores de Modugno, Celentano, pero menos, como Sandro Giacobe, Umberto Tozzi, Gianni Bella, etc. y Triana y Alameda con Rumba tres, los Chichos, Camarón, luego Ketama… y Serrat, el punto y aparte, y Sabina y de lejos la Movida. Todo ese batiburrillo, los Jackson Five y la música de tres películas: Por fin ya es viernes, Grease y Fiebre del Sábado Noche (con todo su ecumenismo de músicas blancas y negras norteamericanas más los celebrados falsetes de los Bee Gees) condicionaron nuestra travesía vital hasta el mundo adulto. Uno viene de ahí, no de Los Beatles, ni de los Rolling ni del compromiso poético de Dylan con su tiempo, sólo estudiado a posteriori. Debo asumirlo esta semana que comparten protagonismo Bob Dylan y ‘El Angulas’...

Porque hoy es Sábado.