Me dicen que antes del referéndum del «Brexit», Aznar comentó en privado: «David Cameron ya lleva dos referéndums de más». Tenía razón, al menos en el del «Brexit». Para contentar a la más euroescéptica y nacionalista de su partido, Cameron prometió el referéndum. Y contra lo previsto lo perdió porque en toda Europa la gente tiene hoy tendencia a votar en contra, porque se han roto las expectativas de un aumento continuo del bienestar.

Pero el voto de protesta cuando gana genera dinámicas perversas. Los británicos votaron salir de la UE pero no del espacio económico europeo. Y eso es muy difícil cediendo a las demandas populistas de limitar el número de inmigrantes de otros países de la UE y de dejar de contribuir al presupuesto comunitario. La semana pasada Theresa May, la sucesora de Cameron que no votó el «Brexit», cedió a las presiones y se inclinó en la conferencia de los conservadores por el «hard Brexit»: control de la inmigración de países de la UE y activación del artículo 50 antes del próximo marzo.

Y ha recibido dos avisos graves. El primero, la fuerte acentuación de la caída de la libra que ha alcanzado su nivel histórico más bajo (se ha depreciado ya un 20% frente al dólar desde el referéndum). Los tenedores de libras -todavía moneda de reserva- creen que se desvalorizará más porque el «hard Brexit» perjudicará a la economía británica y venden. Y la depreciación dañará más a la economía al dificultar la libertad de maniobra del Banco de Inglaterra. Como ha escrito un importante editorialista inglés, los mercados le han dado a la señora May una lección sobre la soberanía nacional. Y el empresariado está crecientemente alarmado.

Segunda respuesta, la primer ministro de Escocia, Nicola Sturgeon, anunció el jueves que presentará una ley para un segundo referéndum porque el 68% de los escoceses votó a favor de permanecer en la UE.

Conclusión. El nacionalismo y el oportunismo de Cameron y May están perjudicando seriamente los intereses reales de Gran Bretaña. El jueves May estuvo en Madrid y parece que Rajoy (no hubo rueda de prensa) exigió la cosoberanía de Gibraltar. Rajoy debería aplicarse la lección británica. Con el 47,8% de los catalanes votando independentista en el 2015, debería ocuparse más de España (si quiere que Cataluña siga dentro) y exhibir menos pecho nacionalista sobre Gibraltar.