Coinciden los juicios de la trama Gürtel y las tarjetas negras de Caja Madrid-Bankia con el archivo de la causa instruida por la juez Alaya sobre los cursos de formación en Andalucía. Los dos primeros casos, que afectan no solo pero básicamente al PP, tienen por ahora mal semblante. El tercero, que apuntaba contra el PSOE, queda desactivado. Sigue vivo el de los eres que inculpa a dos exministros y expresidentes socialistas de Andalucía, instruido por la misma magistrada. Sin conjeturar un desenlace, no pasa inadvertida la defensa de la honorabilidad de Chaves y Griñán por Susana Díaz y otros jerarcas del PSOE, que en los tiempos que corren no darían la cara sin sólidos indicios de lo que afirman.

El PP, encausado en la Gürtel a título lucrativo, ha pedido sin éxito la nulidad del proceso como si no bastaran los testimonios vertidos por varios inculpados, arrepentidos o no, ni estuvieran pendientes los testimonios de los cabecillas Correa, Bárcenas y el Bigotes. El primer rechazo judicial de la solicitada comparecencia de Rajoy no anula el progresivo esclarecimiento de su presunta implicación, o de su inocencia. Pero la presión del deus est machina procesal podría estar abonando las prisas por constituir gobierno a despecho de la ganancia en escaños que las encuestas atribuyen al PP si hubiera terceras elecciones. Renunciar a este pronóstico parece tener más significaciones que la del invocado patriotismo.

La corrupción es la gran preocupación de los españoles después de la del paro. Dilatar una investidura presidencial que, no se olvide, renquea desde la primera negativa de Rajoy al encargo del Rey, iría en paralelo con los avances judiciales, por ahora impredecibles, del juicio de la Gürtel (aunque se limite a una primera etapa sin contemplar la totalidad). Hipotéticamente, esos avances podrían estorbar el apoyo de Ciudadanos al candidato conservador si Rivera es consecuente con su reivindicación principal, e imposibilitar la abstención total o parcial del PSOE. Las prisas a contrapelo de un calendario que se estrecha día a día dejan en el aire la presunta voluntad de anteponer los hechos consumados a las revelaciones judiciales que puedan impedirlos.