Igual que en algunas provincias se ha puesto de moda la falda pantalón o leer haikus o comer castañas, en Málaga lo que se lleva es reventar cajeros. Van cuatro en poco tiempo. El último ha sido este fin de semana en Mijas. De puro becerros, no se sabe si lograron acceder al botín, dado que el zuarriagazo con explosivos que pegaron tuvo una gran honda expansiva y destrozó toda la fachada. Las bandas se han sofisticado, dicen algunas fuentes, si bien a nosotros nos parece que operan con métodos del siglo XX. O del Chicago años treinta. La gravedad del asunto estriba también en que en algunas acciones dejan explosivos como cebos para que produzcan heridas a los policías que luego se acerquen. Repugnante. La Policía Nacional ha alertado a los agentes de la Local, que son los que en la mayoría de los casos intervienen en estos siniestros.

Los revienta cajeros están logrando, mira que es difícil, que profesemos alguna simpatía a los bancos. Alguna vez hemos pensado que un ladrón desarmado que roba un banco es una especie de Robin Hood. Pero si el tal Hood existiera ahora se apostaría en un cajero a esperar a los reventadores y tal vez hacerles una caricia. La Costa del Sol ha sido siempre destino placentero para turistas, visitantes, millonarios que adquieren casas, cazafortunas, comerciantes, cruceristas, escandinavos, ingleses, benditas clases medias que vienen a bañarse, etc. etc. Pero también es lugar paradisiaco para los amigos de lo ajeno y para las bandas especializadas en todas las ramas del saber... robar o extorsionar.

La policía estima que son bandas que van de gira y que una vez que ‘operan’ en un sitio se trasladan a otro. Son como los artistas o grupos de pop, sólo que en este caso su presencia no es deseada. No queremos más conciertos de acetileno o dinamita. Esperemos que las actuaciones en la provincia de Málaga den paso a un ansia de conocer otros horizontes en los que desplegar su arte, aunque el mejor sitio sería la cárcel.

Está de moda reventar cajeros. Eran pocos los riesgos que uno sufre en el desenvoler cotidiano y parió la abuela. Revientan cajeros con un inmenso cuesco de explosivos que al menos en esta ocasión fue de madrugada. Sin viandantes ni empleados. Que petardos.