Sin duda alguna, el momento más difícil para un entrenador de base es aquel en el que tienes que elegir a los doce jugadores con los que te quedas para toda la temporada. Bueno, esto para aquellos entrenadores que tienen la posibilidad de poder elegir. Muchos de nosotros no tenemos más de los jugadores necesarios para formar una plantilla por lo que nos quedamos con todos aquellos que quieran inscribirse al club y formarse como personas a través del baloncesto con nosotros.

Descartar hoy en día a un chico porque es pequeño es un contrasentido. Y digo esto porque el mejor jugador de baloncesto del mundo es Stephen Curry, un jugador pequeño, aunque mide un metro y noventa y un centímetros.

¿Quiénes somos nosotros para decidir que un chico no puede jugar con nosotros por ser pequeño? Que sea ahora pequeño no implica que pueda crecer dentro de unos años cuando se desarrolle? ¿Quién garantiza que no vaya a pegar un estirón en unos cuantos años? Pasa igual con esos niños que tienen ahora algún kilo de más. ¿Cómo sabemos que cuando se desarrollen no van a perder peso?

Sin duda alguna que en las edades de formación es mucho mas fácil para los entrenadores tener a todos los «más bajitos» en el equipo. Ellos son rápidos, coordinados y aprenden con mayor rapidez aquello que has planificado enseñarles. No cabe duda que es mucho más vistoso ver a tu equipo jugar si tienes muchos pequeños en el equipo. Posiblemente tendrás problemas en el rebote pero también es seguro que podrás presionar a toda cancha, todos podrán subir el balón, tendrán capacidad de jugar uno contra uno, podrán tirar de fuera...

Lo que sí que tengo claro es que este deporte es para los jugadores altos. En esto no podemos dudar. Lo que quiero decir es que los altos deben estar siempre en nuestro equipo. Muchas veces pasa que, por desgracia, no tienes ningún grande para el equipo y no te queda otra que conformarte con los jugadores que tienen la ilusión de jugar al baloncesto contigo. Pero si hay un alto que tiene esa intención no podemos decirle que no.

Pues claro que un jugador alto en categorías de base está más descoordinado y tiene peores capacidades físicas. Ellos están menos preparados para hacer cosas que los pequeños hacen con gran facilidad. Enseñarle a ellos es mucho más difícil. Necesitan más paciencia y mayor atención por nuestra parte. Es más complicado para los entrenadores trabajar con ellos. Pero ahí está nuestro reto puesto que también es más gratificante verles evolucionar.

Lo que no vale es decidir que los altos estén en el siguiente equipo poniendo como excusa que ahí van a progresar más o porque en ese segundo equipo jugarán más. Los grandes deben estar con los mejores porque compitiendo contra los mejores es como progresan más. Eres tú, el entrenador, quien tiene que hacerlos jugar. Es más, si tienes dos grandes debes hacerlos jugar juntos también.

Los grandes deben tener objetivos diferentes a sacar de fondo cuando nos metan canasta o recibir el balón solo si están debajo del aro. Ellos deben subir la pelota en alguna ocasión, ser partícipes del juego, recibir el balón y tomar decisiones (no sólo ser «pasa-bolas»).

Con los grandes no puede haber dudas. Todos los que tengamos la suerte de tener deben estar en el equipo. A partir de ahí podemos seleccionar el resto de jugadores hasta completar los doce que configuran una plantilla. Pero ojo, doce si puedes hacer que el resto jueguen en un segundo equipo. Si no hay suficientes niños para hacer ese segundo equipo debes quedarte con todos porque lo que no podemos permitir es que algún chaval se quede sin jugar a baloncesto por tener menos nivel.

Éste es otro reto precioso, que los chicos más nuevos y que llevan jugando menos tiempo recorten sus diferencias técnicas con aquellos otros que llevan más temporadas jugando. No molestan ni entorpecen el trabajo. Eso es falso. Somos los entrenadores los que debemos planificar nuestro método de trabajo para que nuestros jugadores sigan progresando a su nivel, haciendo que todos se sientan integrados y no quede ninguno sin algún tipo de rol.

Nuestro objetivo es enseñarles a jugar a baloncesto y competir. Y para eso, no cabe duda, todos valen.