Si el equinoccio otoñal en Málaga tiene muchas particularidades, entre otras el hecho de comprar castañas asadas en mangas cortas o pareo; la invasión de las hormigas con alas -llamadas comúnmente alúas- debido a las primeras lluvias y al descenso de las temperaturas, correspondiendo a su ciclo de emparejamiento y así lograr construir flamantes condominios; celebrar el cumpleaños de Pablo Ruiz, transfigurando este mes de octubre en firma picassiana… Otras singularidades autóctonas y consistoriales se perciben con perplejidad.

Al fin, se ha presentado el concurso - que no consulta ciudadana- para concretar las factibles funciones de los terrenos de la manzana Astoria-Victoria; 1.350 metros cuadrados observados con impaciencia por la Casa Natal del genio malagueño, y todo su entorno, ante las expectativas de hallar propuestas idóneas para vigorizar culturalmente uno de nuestros epicentros más simbólicos con la construcción de una edificación de nueva planta, eso sí, con un objetivo prioritario: «su viabilidad económica», según ha comunicado el alcalde.

La peculiaridad de este esperado certamen para posibilitar la transformación de esta alegórica plaza es la de no asegurar la ejecución de la proposición ganadora, es decir, este ensayo puede tornarse en una inacabable sucesión de tentativas antes de ver refulgencia ante esta obra convertida aún en quimérica. Así, el futuro de estos antiguos cines tiene una proyección muy próxima al film danés Modern Times Forever, considerado la cinta más larga filmada hasta la fecha. Es de corte experimental y fue realizada por el grupo de artistas Superflex, donde se pueden ver secuencias que muestran el deterioro de un edificio a medida que pasa el tiempo. Vuelta al estoicismo.