El comité federal del PSOE ha decidido facilitar la investidura de Pablo Iglesias como líder de la oposición. Así se distingue el PSOE que, según Javier Fernández, líder socialista en gestiones, se estaba «podemizando». Ahora sólo Podemos será Podemos y Pablo Iglesias llena de tortas orgánicas la cara de Íñigo Errejón para que no se «pesoice». Un PSOE despodemizado es el que, después de debatir y vencer a los podemizados, se abstiene con una obediencia sin fisuras para dejar que gobierne Mariano Rajoy.

Para «desbloquear una situación excepcional» (versión abstracta de «para que gobierne Rajoy») bastaban 11 abstenciones. Con las corrientes que hay dentro del primer partido de la oposición (o viceprimer partido del gobierno), no habría sido difícil que 11 diputados socialistas se constiparan, cogieran tortícolis y causaran una baja breve, pero el PSOE cuando se abstiene es que se abstiene de verdad y a ninguna gestora le interesa abstenerse por frivolidad.

Así, 84 diputados se abstienen y con ello el partido elige mantenerse en el bipartidismo realmente inexistente sin fingimientos: el PSOE prefiere el periPP al paripé. Los socialistas son muy disciplinados cuanto tienen que hacer lo que no quieren y más liberales -en todos los sentidos- renunciando a hacer cuando pueden.

Decidida la disciplina, ahora se exige la obediencia, que sólo gusta si es plena. En las organizaciones siempre hay más gente dispuesta a obedecer que a lo contrario pero la mayoría es poco cuando se aspira a todo. A Susana Díaz le gusta el mando y Javier Fernández es un ingeniero de la obediencia de ahí que la exijan después de este lance en el que el PSOE no se ha enfrentado al PP (al que deja gobernar) ni a Podemos (a los que cede la oposición) sino al PSOE. La obediencia es la victoria. El vencedor ve lo que gana pero no lo que pierde. El PSOE no para de ganar y ganar.