Reconstruirse, repensarse, reinventarse, y demás placebos de la cultura reseteadora, serán tareas del socialismo español en los próximos meses; un largo periodo de meditación y ejercicios espirituales previo al concilio, buscado más bien como tiempo muerto que rompa la inercia del anterior y deje que el polvo de la batalla sedimente. En cuanto al espacio del PSOE no hay tanto que pensar, una vez acotado por la última tectónica: entre una derecha con un ala de centro (Ciudadanos) y una izquierda populista con pigmentos radicales (Podemos), su franja no es otra que la de la izquierda reformista, o sea, la que en el fondo siempre ha venido ocupando. Lo único que debe decidir el PSOE es qué hará con los nacionalismos, su asignatura pendiente de toda la vida. Ahí no es cosa de reinventar, sino directamente de inventar, echando el coraje de enfrentarse de una vez a los hechos.