Iván Rico González ha entrado una y otra vez en la cárcel, y siempre de modo preventivo, por las denuncias falsas de su ex pareja, hasta que la Guardia Civil desmontó las patrañas de Vanesa Gesto García, la mentirosa del pegamento en la vagina. Las cámaras de un comercio chino la captaron comprando lo que se le ocurrió para su propio secuestro. Como escribiera Alfred Adler, una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa. Iván tiene pérdida de visión del 70 por ciento y cobra una pensión por incapacidad. Ha pasado ocho meses en prisión y su madre, viuda, y su hermano, han tenido que presenciar cómo una y otra vez se lo llevaban esposado por culpa de una infame que quiso enterrarlo en vida. Pero Iván tiene más casos pendientes con esta mujer, veremos en qué quedan, no presumo nada, pese a la discriminatoria ley orgánica 1/2004, de Medidas de Protección Integral contra la Violencia de Género, que considera desiguales al hombre y la mujer -ley votada por PSOE y PP-, pese a lo que dispone la Constitución española en su artículo 14: «Los españoles son iguales ante la ley, sin que pueda prevalecer discriminación alguna por razón de nacimiento, raza, sexo, religión, opinión o cualquier otra condición o circunstancia personal o social». La magistrada María Sanahuja, ex decana de los jueces de Barcelona, se ha unido contra el lobby feminista radical, este nuevo poder al que tan pocos se atreven a plantarle cara. En Málaga, hombres y mujeres de Custodia Compartida, Fernando Chapado al frente, siguen en esta larga marcha.

Pero no nos podemos quedar agarrotados en la injusticia, es más, no debemos, por eso me parece de gran interés el mapa por barrios y la distribución de rentas que ha elaborado el Ayuntamiento de Málaga. La zona de Malagueta y El Limonar es la que cuenta con más ingresos y Palma-Palmilla con menos. Lo sabíamos, ahora los datos nos lo corroboran, pero ¿cuál es el ratio de inversiones municipales por habitante en cada una de estas zonas?, nos podemos sorprender. Ítem más: el escándalo de las facturas del concejal que ha roto con Málaga Ahora, Juanjo Espinosa, deja mudos a los concejales del resto de grupos, pero si esto le pasa a uno de PP lo despellejan. ¿Qué espera éste, que así le respeten un poquito? No lo respetarán jamás. Pero lo que me gusta es la foto de Irene Montero, podemita en el Congreso de los Diputados, apretando los dientes con rabia, cuando José Manuel Villegas, de Ciudadanos, le recrimina que se mofaran de los aplausos a las víctimas del terrorismo. ¿Alguien tiene dudas de quiénes están más cerca de los etarras que de las víctimas? Es como la marcha golpista contra el Congreso el 29 -desde la que se agredía con lanzamientos de monedas a los demonizados Ciudadanos-, y Garzón llamando ilegítima la investidura de Rajoy, él, que denosta esta democracia, a la que dispara desde el símbolo todavía de córpore insepulto de la dictadura del proletariado, él que ha dejado su coalición en dos actas, vendiéndolas acto seguido a Genghis Khan, recién llegado de las estepas, para así pagar deudas partidarias y salvar su personal futuro político. Por eso va todo mi afecto por el valiente Pedro Moreno Brenes, que le ha parado los pies, aunque por otros motivos, al aplaudir Garzón la intervención de Iglesias en el Congreso, después de declarar éste que el PCE «hizo lo que pudo» durante la transición, «pero no lo que debía».

En estos soliloquios me hallo a la vez que aligero el paso para asistir en El Corte Inglés a una presentación de un libro de cuentos de Olga Delgado y a la que concurren desde el senador Ramírez a los socialistas Centeno o el exalcalde de Vélez Souvirón. También saludo al doctor Ángel Rodríguez Cabezas, que me habla de la segunda edición de su libro sobre la muerte de Jesús, en este caso su historia clínica, tengo que leerlo, le digo, todos los misterios me atraen, aunque los del otro mundo más porque de los de éste ya decía Calderón en aquellas décimas:

Da lugar al pensamiento

para que discurra, y veas

y que lo más que tú deseas

no es más que soplo de viento.

No labres sin fundamento

máquinas de vanidad,

pues la mayor majestad

en un sepulcro se encierra,

donde dice, siendo tierra:

«Aquí vive la verdad€».

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