Los casos por corrupción de Podemos y sus marcas blancas se multiplican por esporas, ahora suspenden de militancia a la presidenta del Parlamento balear por favorecer a un alto cargo. Xelo Huertas se llama la interfecta, en su segunda acepción del diccionario. Y Zapata, el concejal podemita de Madrid, declara al juez que el tuit sobre Irene Villa «era un chiste», que «no tiene que ver con el terrorismo», y el fiscal pide su absolución porque «no tuvo intención de ofender», no, quiso agradar. Pero lo que más me maravilla es que Podemos le lleva al Papa el caso de Bódalo -el violento juzgado y encarcelado por golpear a un concejal socialista-. El agresor se pone en huelga de hambre, como si hubieran cometido una injusticia con él, cuando es él el injusto. Porque lo de Espinar, que dice que no sabe de qué se le acusa es otro cantar, y un cara. Si otro, del PP, un poner, hace lo que él lo crucifican, seguro, ¿pero él?, no, hombre, no, es distinto. Y Echenique se niega a entregar el censo de Podemos en Andalucía a la lista de Carmen Lizárraga, transparente que es el chico, sí. Por eso es tan importante que Carmena prevea incrementar en un 125 por ciento el gasto en publicidad, es el agitprop, necesitan cobertura mediática, entendámoslos. Parece que imitan al escapista Víctor Cerro, que se quita una camisa de fuerza a 90 metros de altura, colgado de una grúa en el Tajo de Ronda. Pero en Málaga pasan cosas muy raras, verbi gratia: hallan un corazón sobre una tumba en Parcemasa, parece que de animal, pero se investiga. Lo que me tranquiliza es que Bárcenas vuelve a ser «el cabrón», según una empleada de Gürtel, Isabel Jordán, que cree que Correa se refería así a él. Y Pujalte, investigado por falsear documentos; el ex diputado del PP declarará por el cobro de presuntos trabajos ficticios de su empresa de consultoría. Y en la comida nos descojonamos con ese consejo que maese Rajoy ha dado a sus ministros, que sean amables y que dialoguen mucho. ¿Qué pasa, que antes debían ser desagradables o, por lo menos, no se les exigía esta educación ahora sobrevenida, y que de dialogar ni mú? Ganas de hablar y no decir nada.

Pero, sin duda, la noticia de la semana no es que la Pantoja haya abandonado la cárcel y vaya de recitales, sino la aplastante victoria de Trump en los USA. Se han puesto de los nervios todos sus detractores, allí al otro lado del Atlántico hasta han salido a la calle algunos a protestar contra la democracia, que hace ocho años eligió a un hombre de color para la Casa Blanca y ahora a este que a usted no le gusta pero a millones de norteamericanos sí. Muchos medios de comunicación -excepto la Fox- y las empresas de opinión pública han quedado a la altura del betún. La Santa Alianza que se formó para aplastar al intruso que osó desafiar a las élites yace en el suelo despatarrada. Y mira que no me gusta Trump, pero menos los que solo aceptan las elecciones que ganan ellos, predican una moral de la que carecen. Ahora toman ansiolíticos.

Y segundamente, como dice Yiyo, la Junta se opone a una ley específica sobre la autoridad del profesorado que pide el PP. Pero si no andamos sobrados de autoridad, precisamente, si por donde hace aguas el barco es por ahí. Lo que no comprendo es por qué México busca a ese justiciero que mató a cuatro atracadores -ningún testigo del asalto al autobús delató al misterioso vengador-, la pregunta es por qué deja el Estado ese vacío ignominioso que tiene que ocupar el justiciero, quizá si se persiguiera al jefe policial del distrito se errara menos. No saben que la naturaleza le tiene miedo al vació, que decía Bacon. Pero, ¡ay!, Leonard Cohen, nos dejas, se queda tu Suzanne, y el último disco You want it darker. Por eso en esta hora leo a Juan de Tassis, conde de Villamediana, que escribía allá en el siglo XVII:

Nadie escuche mi voz y triste acento,

de suspiros y lágrimas mezclado,

si no es que tenga el pecho lastimado

de dolor semejante al que yo siento.

Que no pretendo ejemplo ni escarmiento

que rescate a los otros de mi estado,

sino mostrar creído, y no aliviado

de un firme amor el justo sentimiento.

cima@cimamalaga.com