Los huevos de Halloween

Siempre me ha parecido inmoral tirar los alimentos y, todavía más, si se hace para dañar al prójimo, es decir, para ensuciarlo. A mí me cuesta trabajo costear media docena de huevos y, de hecho, tengo un amigo que, de vez en cuando, me obsequia con algunas unidades que tiene la gentileza de cocerme previamente en su casa. A mí me hubieran venido muy bien que me regalaran todos los huevos despilfarrados, como me vendrían muy bien las patatas fritas que todos los días tira la gente, la misma que dice no poder llegar a final de mes, a la basura.

En cuanto al dineral derrochado en hacer apología de la fealdad, mejor no hablar.

Antonio Romero OrtegaMálaga