Las descreencias son más complejas que las creencias. Todos los negacionismos son una forma de fe, que se enfrenta a aquello que está a la vista y en lo que todo el mundo está de acuerdo. Al negacionista del cambio climático, por ejemplo, no le importa que la temperatura esté subiendo a una velocidad que no tiene precedentes en la historia de la Tierra, ni que el consenso científico mundial lo atribuya a la acción del hombre. El tiene su fé negacionista como argumento irreductible, pues tan fé es no creer en lo que vemos como creer en lo que no vemos. Ahora bién, lo que hace compleja y distinta esta fe militante no es su irreductibilidad, sino su sentido negativo: ese negar, más que afirmar. Quizás se trate de un ejercicio secreto -hasta para el mismo sujeto- de la voluntad, que se rebela frente a las cosas-como-son, en las que ve una dictadura, una especie de super-stablishment.