El sermón de Felipe VI

Deseando «una buena preparación espiritual ante la llegada de la Navidad», Felipe VI ha echado un sermón, perdón, discurso a la asamblea de los obispos españoles, cuyo contenido nos ha dejado estupefactos. No es para menos. Porque en él ha alabado los acuerdos Iglesia-Estado, esa esperpéntica reliquia del franquismo que tantos españoles, e incluso importantes partidos políticos, consideran obsoleta y contra a la libertad de conciencia de gran parte de los ciudadanos

Más aún, este monarca tan preparado -ya vamos viendo para qué- ha exaltado el «gran papel» de la Iglesia en esta crisis. Gran papel, sin duda; pero no porque los obispos hayan exigido, conforme al Evangelio, más justicia social sino porque callaron como muertos ante la crecientes injusticias; pero el Rey ha incluso alabado aquí las limosnas de los obispos, aunque incluso del llamado impuesto religioso los obispos sólo dan a los pobres de Cáritas una miseria, como ha denunciado esa misma institución católica.

El colmo es que Felipe VI haya aplaudido a los obispos por «contribuir también a la cohesión de una sociedad más allá de creencias de individuos o grupos». Pero -aun dejando de lado la última Cruzada y la dictadura- baste recordar los grandes tremendos encontronazos que han provocado sobre el divorcio, el matrimonio homosexual el aborto, etcétera. ¿Cómo puede el Rey proferir, o permitir que pongan en su boca unos políticos tan extremistas, esas afirmaciones, tan contrarias a hechos tan notorios, que están en la memoria de todos?

Emilio Díaz LedesmaMálaga