Parece que esta legislatura puede traernos buenas noticias. Quizá pequemos de ingenuos los que soñamos con un periodo de entendimiento que traiga una serie de medidas que, fruto del consenso entre fuerzas políticas, pongan solución a problemas estructurales que sufrimos en España. Algunos -no todos- relacionados con la Economía. De los más importantes, si nos comparamos con Europa, es el de los autónomos.

Hay campañas publicitarias que hacen chanza de la situación de estos profesionales, que las pasan negras cada vez que tienen que hacer una facturita o el 20 de cada inicio de trimestre. IVA. ¡Ay! «¿De qué te ríes?, ¡que eres autónomo!», le escuché al cómico David Broncano hace unas semanas. Así está la cosa, jodida y dura.

Los trabajadores por cuenta propia, los que lo hemos sido, sabemos que en España ser autónomo es formar parte de un selecto grupo en el que nuestra presunción es siempre la de culpabilidad, un grupo de ciudadanos con los derechos mermados que paga cuotas abusivas independientemente de sus ingresos.

Actualmente, el RETA es una llamada a la economía sumergida o, al menos, un freno al emprendimiento. Pagar casi 300 euros sin saber si vas a facturarlos es un atrevimiento. Por eso, escuchar que las propuestas de Ciudadanos dejan de ser unas líneas en un programa electoral para ser un arma de batalla en el Congreso me da esperanzas. Esperanzas en una economía que aliente de verdad a los trabajadores que quieran echarle el valor de ponerse delante del toro del emprendimiento.

Las palabras de Rivera sonaron este martes a luz para los autónomos. Que la luz sea fuerte y duradera.