Quizás el mejor modo de dignificar de veras la política, y de paso combatir el populismo, sea incorporar a la agenda política fuerte, la de trazo grueso, los verdaderos problemas de fondo, como el futuro de las pensiones, empezando por la trama básica del problema, la evolución demográfica. Las recetas del respetado demógrafo Rafael Puyol tienen, al respecto, el inconfundible aroma de la ciencia, un disolvente de prejuicios de cualquier tipo. La incorporación laboral de los emigrantes, el aumento de la población activa femenina o el ajuste al alza de la edad de jubilación forman parte del recetario para evitar que la ratio entre activos y pensionistas llegue a ser insostenible. ¿Tiene color político ese planteamiento, es de derecha o de izquierda?. ¡Caramba, la cuestión es si tiene o no razón, y si hay alternativa!. ¿No convendría coger ya de una vez el toro por los cuernos?