La tromba de agua que nos envió el cielo y que despanzurró casas, reventó acequias, destrozó cosechas, mató personas, encabronó ríos y soliviantó a toda la población tiene ya un icono. Un algo que la simboliza. El hombre del paraguas. El hombre del paraguas fue portada en varios diarios, su imagen circuló vivamente por la red y Twitter y Facebook y hasta en el Telediario lo sacaron.

El hombre del paraguas es de Cártama, una de las poblaciones más castigadas o que más casas tiene donde por un día pasó el agua. Tal vez por eso quiera volver de cuando en cuando. El agua. El hombre del paraguas debe tener agua hasta en las entretelas más recónditas. En algunas instantáneas le llega casi al pecho. Pero no quiere mojarse la cabeza. Tuvo la fortuna (mala o buena, no se sabe) de encontrarse de frente a un puñado de fotógrafos, el gran Gregorio Torres entre ellos. Los fotógrafos son gente sufrida y currante, aguerrida y valiente que además tienen la buena costumbre de hacer una foto cuando ven a un hombre al que el agua en la calle le llega por la mitad del cuerpo. Ese cartameño, esa imagen, es una metáfora, un dónde vas chaval, un ahí está la naturaleza y que se quite el hombre, pero también representa un desafío. El de retar a la adversidad. Un hombre que quiere salvar, no sé, a un hijo, un perro, una huerta, unos enseres, un vecino. El hombre del paraguas tiene, además de un paraguas, una entrevista.

A ese hombre hay que invitarlo a un café caliente para que se reconforte y en premio a haber servido de gran fotón, que alivió los apuros y angustias y ansiedades de los redactores jefes que tuvieron la suerte de trabajar el día en que cayeron chuzos de punta, goterones como catedrales, más agua que cuando Noé, una pechá de líquido elemento que generó un desamparo colectivo difícilmente mesurable. Uno mirará esa foto del hombre del paraguas (¿dónde lo compró?, ¿resistió todo el aguacero?, ¿dónde estará ahora?) en el futuro y se acordará de ese día infame de arroyos crecidos, gasolineras embarradas, coches destrozados, árboles cayendo con heróicos soldados, bomberos y policías rescatando gente. Málaga anegada, domingo negro, inundaciones. No tanto como en el 89, no, cuando hubo gente que quedó, por ejemplo, atrapada dos días en el polígono del Guadalhorce. Tal vez ese año el chico del paraguas ni había nacido. O sí. O ha nacido para una foto. Fotón de la tromba.