Ha pasado algo más de un año de aquel funesto 10 de septiembre. Recuerdo el trasiego originado minutos después de saberse la noticia. Las llamadas de los medios de comunicación. El alboroto en redes sociales. Los comentarios en los grupos de wathsapp. Después llegaron las condolencias, los reportajes, los recuerdos. Minutos de radios, columnas en medios escritos, menciones en televisión. Nos apresuramos en cambiar el nombre de las Escuelas Deportivas Municipales de tu deporte. También la de Tecnificación. A nivel federativo y con vista a la gala anual, creamos el premio «Valores del Balonmano Pérez Canca» y organizamos en tiempo récord un emotivo encuentro en Antequera con tus compañeros, tu familia y el equipo nacional absoluto.

Pero algo se nos ha quedado en el tintero. Nos volcamos, se volcaron un buen número de amigos y colegas en conseguir que una instalación de referencia de tu querida Málaga llevara tu nombre. Con acierto se consensuó solicitar que Carranque, un templo del balonmano, se reemplazara por tus apellidos. Y no tardaron en llegar los apoyos. Federaciones, clubes de toda índole, asociaciones, medios de comunicación e instituciones públicas respondieron con celeridad al llamamiento y todos, sin excepción, comprendieron que lo más complicado ya estaba hecho.

Pero ha pasado más de un año y José Luis Pérez Canca sigue esperando. Carranque sigue siendo Carranque sin que nadie acierte a saber por qué. La burocracia, ésa que a veces desespera al ciudadano de a pie y otras incluso a los propios responsables políticos, mantiene en algún lugar, en algún despacho, ese amplio dossier que entre todos preparamos con una mezcla de sentimientos: Tristeza y sollozo por tu pérdida; emoción e ilusión por lograr que tu legado y memoria perdurara en el tiempo.

Me apena, me duele comprobar, cómo el tiempo también ha frenado esa oleada, ese sueño, que muchos de los que hoy me leéis pusisteis en marcha. Lo que he percibido en este tiempo me entristece. O mejor dicho, lo que no he experimentado en este tiempo ensombrece el esfuerzo anterior. Tomadlo como queráis, pero hemos pasado de la efervescencia de los primeros días al más absoluto pasotismo en muy poco tiempo. Vuestro amigo, nuestro colega, no merece eso. Pepelu sigue esperando. Si la gente del balonmano no reacciona, si volvemos a demostrar que no somos capaces de luchar ya no solo por unas instalaciones dignas, sino por algo que consideramos en su momento justo y apropiado, tendremos que mirar de puertas para adentro.

Carranque no está precisamente sólo para cambiar un rótulo y poco más. Para darle una manita de pintura y salir del paso. Carranque necesita inversión, mantenimiento, personal. Quizás debieran empezar por ahí, poniendo al día una instalación a la que los años, como es lógico, le ha pasado factura. Carranque alberga eventos de magnitud, competiciones de alto nivel y no pocas veces la maquinaria se fuerza hasta ponerla al límite. Quizás sea el momento. Por Pepelu.