El martes de esta semana, la noche siberiana se convirtió en día durante unos minutos por la aparición de un meteorito de diez metros de diámetro. La bola de fuego pudo verse en el oeste de Siberia, en la región de Khakasiya y se desintegró en un fogonazo antes de llegar al suelo. El meteorito generó un enorme estruendo, lo que provocó la salida de la vía de varios automóviles. Pero nada comparable con lo que pasó en 2013, cuando otro bólido desató el pánico en la ciudad siberiana Cheliávinsk, con miles de heridos por la rotura de cristales. Aquel meteorito impactó a 80 kilómetros de Cheliávinsk y liberó una energía equivalente a tres bombas de Hiroshima. Alcanzaron el suelo entre 4.000 y 6.000 kilos de material, incluido un fragmento de unos 650 kilos que cayó al lago Chebarkul. La tierra es una canica azul que flota expuesta al impacto de cualquiera de estos cuerpos.

La NASA, la agencia espacial estadounidense, tiene un Centro de Estudios de Objetos Cercanos, que tiene en seguimiento a 659 asteroides con alguna probabilidad de hacer un roto en la civilización humana. Paul Chodas, el director de este centro, sostiene que "ninguno representa una amenaza significativa en el próximo siglo, ya sea porque las probabilidades de impacto sean muy pequeñas o porque el tamaño del asteroide también es pequeño".

Chodas hacía estas declaraciones a "The New York Times" en una información en la que se daba cuenta de un simulacro celebrado a mediados de noviembre y que pretendía ensayar la respuesta del gobierno de EE UU ante la caída de un meteorito en Los Ángeles, un impacto que previsiblemente causaría decenas de miles de bajas y que derribaría estructuras en 50 kilómetros a la redonda. El ejercicio estaba organizado a medias por la NASA y la Agencia Federal de Emergencias. También implicaba al Departamento de Energía y a la Fuerza Aérea. La simulación trabajaba con un horizonte temporal: el impacto se produciría en 2020 y la alternativa sería la evacuación pues no daría tiempo a ejecutar el "plan A" de la NASA, que guarda cierto parecido con la película "Armaggedon", en la que Bruce Willis lidera una misión para perforar un asteroide y destruirlo con una bomba nuclear. Según declara Paul Chodas al "New York Times", los ingenieros piensan que "la forma más sencilla de desviar un asteroide es construir una gran nave espacial y meterla dentro del meteorito años antes de que pueda golpear la Tierra". Pero para hacer esa "nave de impacto" harían falta dos años y otro año o más para llegar al asteroide. Si la alerta se produce a cuatro años vista, hay que evacuar.

La NASA tiene en observación 659 asteroides, pero hay un grupo de científicos que organizan el llamado "Día del Asteroide", que defiende que sólo hemos descubierto un 1 por ciento de los cuerpos celestes que pueden impactar contra la Tierra. Brian May, que además de guitarrista del grupo "Queen" es astrofísico y forma parte de ese grupo "prometeoritos", lo tiene muy claro: "Cuanto más conocemos sobre los impactos de asteroides, más claro es que la raza humana ha estado viviendo en un tiempo prestado", declaró a "The New York Times".