Aznar dejó de ser presidente del Gobierno en 2004. Tras él, el PSOE de Zapatero y el PP de Rajoy han estado en el Gobierno. Aznar tiene 63 años. Para que os hagáis una idea, sólo tiene un año más que Merkel y un año menos que Putin. Rajoy es apenas dos años más joven. Trump, por ejemplo, a sus 70, le saca siete años a Josemari. Es decir, que Josemari está en edad de merecer. Y lo sabe. Los grandes líderes mundiales son de su quinta y seguro que alguna noche se despierta de madrugada con una media sonrisa después de un sueño en el que se reconoce en una cumbre mundial rodeado de jefes de gobierno que hablan en inglés con él. Josemari se ha retirado del PP a través de una carta. Él sabe que sigue teniendo seguidores en el partido y que una figura como la suya mantiene alguna influencia. El que tuvo retuvo. Es innegable que Aznar se granjeó amistades importantes, del mismo modo que ayudó a sus amistades a convertirse en personajes importantes. El que fuera presidente ya ha lanzado algún que otro globo sonda a los medios en la última década. Cree que tiene edad, conocimientos e influencia para seguir dando guerra -nunca mejor dicho en su caso-.

Desprovisto de las cadenas de la presidencia de honor del PP (aunque era como un perro atado con longanizas), Aznar sigue al frente de FAES, el think tank que él mismo se inventó para surtir de seso a los populares de los que reniega. Parece que Josemari está harto de esos maricomplejines que crecieron en sus liberales pechos. No entiende cómo aquel compañero de viaje al que ungió sucesor en 2004 es hoy un tibio que gobierna con un partido nuevo y los socialistas. Aznar, seguro, no puede comprender el despacho en Cataluña, con lo que él cuidó las relaciones con Pujol. El PP no es lo que era. Josemari ya es un agente libre y tiene amigos y enemigos como para empezar una segunda carrera política. Sarkozy también lo pensó...