(Sabado, 24 de diciembre, 9 de la noche, todas las televisiones) Estimados compatriotas: quizá les extrañe verme aquí, en el lugar que en años anteriores han ocupado mi padre y mi hermano, hablándoles a todos ustedes con motivo de estas entrañables fiestas. La Casa Real -siempre a la vanguardia de la innovación social, faro de futuro en tiempos turbulentos- ha decidido que el tradicional mensaje navideño del Jefe del Estado vaya dando cabida a otros miembros de la familia, en un intento antipatriarcal de liderar la visibilización y el empoderamiento de las figuras de la monarquía que clásicamente se veían minorizadas. En futuros años escucharán los mensajes de la reina Letizia o la reina madre Sofía. Incluso la infanta Elena y Froilán, ¿por qué no? Pero para esta primera ocasión todos los miembros de la Casa Real coincidieron en señalar que debía ser yo quien se dirigiera a las familias españolas dada la alta probabilidad que existe de que sea el último año que se me vea el pelo en esta mierda de país.

Es la celebración del nacimiento de nuestro señor Jesucristo el momento del año en el que las relaciones humanas más se empapan de amor. Y si algo caracteriza al amor es la sinceridad. Permítanme por tanto serles completamente sincera: me tienen todos ustedes hasta lo que viene siendo la parte de arriba del toto. Son una panda de mataos, de envidiosos muertos de hambre, y si estuviéramos en cualquier otro momento de la historia se iban a meter sus denuncias por el mismísimo orto. Pero si se creen que van a amargarme la vidorra que me pego están muy equivocados: puedo no volver a pisar España en la vida y seguir viviendo de los españoles en mil lugares maravillosos del mundo en los que nadie hable en el colegio a mis hijos sobre quiénes son sus padres. Dicho lo cual, sólo me resta desearles que los langostinos que vayan a cenar estén en mal estado; seguramente les habrán costado, en proporción a nuestros respectivos patrimonios, más dinero que el de la multa que me va a caer. Feliz Navidad a todos, pringaos. (Al cámara) Hala, ya podéis poner el escudo real y el chundachunda. (Arrancándose la petaca y el pinganillo) Ahí os quedáis.