Como cada fin de año, y ya el que menos lleva a sus espaldas unos pocos, caemos en el tópico y poco creativo ejercicio de desear lo de siempre, ya es costumbre recurrir a aquello de salud, trabajo, dinero y los más románticos sin saber si existe o no, pero por si acaso, echan mano del amor.

Pedir al nuevo año o pretender comenzarlo cargado de buenos propósitos está bien, pero no es suficiente. Si sólo dejamos el tiempo pasar el próximo año estaremos en el mismo punto de partida. Hay que poner de nuestra parte. Las listas del paro no disminuyen sólo a base de buenas intenciones, hace falta algo más. La salud hay que cuidarla y, cuando falta, tratarla. Las listas de espera y la atención sanitaria no es cuestión de deseo, o de cómo dicen algunos de un «estamos trabajando en ello o hacemos un esfuerzo». Al final esa falta de trabajo y esfuerzo hacen que año tras año la credibilidad del mensaje vaya a la baja.

Aquello de la pasta, seguirá como cada año siendo objeto de deseo, pero este país difiere del que dibujara el ministro de la época en el año 1994. Solchaga, responsable por aquel entonces de nuestras finanzas, veía a España como el lugar donde era más fácil hacerse rico en el menor tiempo. Sin duda un genio de la economía aunque la academia sueca nunca le reconociera el mérito, entre los que tuvo hacernos creer en aquello de la cultura del pelotazo. Muchos españoles soñaban y desearon para el año nuevo de entonces hacerse rico sin trabajar mucho. Si lo decía un ministro por algo sería. Pero ya llevamos años, más de los deseables, en los cuales el deseo de muchos, lamentablemente demasiados, no es hacerse rico sin trabajar, es simplemente trabajar.

En definitiva, a diferencia de que ya no mandamos cartas sino que escribimos emails, apenas usamos el teléfono porque preferimos mandar Whatsaps, poco ha cambiado cada comienzo de año. Pretendemos comenzarlo con buenos propósitos, ya sea dejar de fumar, comenzar esa dieta o aprender un idioma. Todo son buenas intenciones que en algunos casos se quedan en eso, intenciones.

Seguiremos arrancando hojas del calendario, dejando los días pasar y apurar el nuevo año para volver a retomar al siguiente los propósitos y buenas intenciones que no cumplimos el año anterior. Ese es nuestro verdadero calendario, hacer planes, incumplirlos y volverlos a hacer cada año nuevo. Seguir cayendo en el tópico de desear salud, dinero y trabajo suficientes que nos permitan volver a proponernos aquello que por falta de tiempo quedó pendiente y cargarnos de las mismas buenas intenciones que por falta de ganas o voluntad siempre volverán a visitarnos cada Navidad.