El sábado por la noche se me apareció un alma pura. Hace unos meses sufrí profundamente por la pérdida de un viejo amigo con el que me tropecé sobre las diez de la noche en la vieja Bruselas, en la Place du Grand Sablon, concretamente. Mi primera reacción fue de shock, que es lo que, sin remedio, traen las apariciones del más allá. Después, cuando Jacques me abrazó con la energía que le caracteriza, deduje que la aparición no era tal, sino que la dolorosa noticia de su muerte había sido una irresponsable información inexacta. Jacques Arouet es un catedrático emérito de La Sorbona muy reputado en el campo de la física cuántica. Actualmente tiene noventa y un años, aunque, atendiendo a sus conocimientos, parece tener trescientos, y, atendiendo a su forma física, diríase que tiene 45. Este hombre que, per se, es un prodigio de la naturaleza, es descendiente en línea-recta-directísima de François-Marie Arouet, o sea, del prerrevolucionario Voltaire, nada más y nada menos.

Nos sentamos en un garito alejados del frío y dimos cuenta de sendos y consecutivos gin-tonics servidos con la generosidad de un buen amigo. La magia de la Nochevieja, supongo, porque ninguno conocíamos al camarero de nada. Estuvimos juntos hasta las doce cuarenta y cinco, que se fue adormir. Y lo traigo a colación por cómo, sin venir a cuento, me explico la frontera entre el 31 de diciembre y el 1 de enero:

-Todo ocurre en el exiguo plazo de un attosegundo. O sea, en la trillonésima parte de un segundo. Para ser más preciso, Juan Antonio: la relación entre un segundo y un attosegundo es la equivalente a la proporción de un segundo respecto a la edad del Universo, o sea, la proporción existente entre un segundo y quince mil millones de años. Ahí, en ese espacio de tiempo, se encuentra la frontera en la que muerte y nacimiento se cruzan, una yéndose y el otro llegando. Un año muere y otro nace. Sábelo, amigo, entre Nochevieja y Año Nuevo media el inefable plazo de un attosegundo -me dijo como si nada...

Apuró su pócima de enebro hasta la última gota, me abrazó, como siempre, con la energía de un oso en su plenitud física, y con sus ciento noventa y dos centímetros erguidos, como corresponde a los catedráticos que dan a La Sorbona más de lo que La Sorbona les da a ellos, se marchó dejando embobada a la mitad del respetable que había en el bistrot. La otra mitad del respetable no se embobó, porque su capacidad visual ya no alcanzaba más allá de sus propias pestañas. Al llegar a la puerta, antes de abrirla, se volvió y me saludó militarmente en francés, es decir, llevando su mano derecha a su sien y manteniéndola inmóvil con la palma al frente. Sería generoso por parte de la naturaleza que todos tuviéramos un Jacques en nuestras vidas. Jacques es una de esas personas que, en la larga distancia, dignifican a la raza humana y, en la corta, elevan la amistad a rango deífico.

Bueno..., y allí me quedé yo, solo, con la explicación de mi amigo rebotando y rebotando entre mis neuronas. Preguntas del tipo de ¿el año muriente y el naciente se saludarán y se darán novedades, o algo, cuando se cruzan...? ¿Por qué entre un año y otro habrá tan poco tiempo, leñe? ¿No sería más práctico un tiempo sobrado para un café, o algo, y que el año que se va para no volver le contará sus experiencias al año entrante...? Me da que tanta prisa no puede ser buena...

Conociendo bien al personaje y su profunda raíz enseñante, hasta me dejé arrastrar por el pensamiento de que lo que me había contado, repito, sin venir a cuento, quizá era un kõan, o sea, una de esas cuestiones mitad problema, mitad adivinanza, propias de las enseñanzas budistas, particularmente de la escuela zen. Un ejemplo:

-Maestro, quiero comprender el Tao -dice el alumno.

-Entra -responde el maestro-.

-Maestro, no lo entiendo -dice el alumno-.

-Sal -sentencia el maestro-.

Attosegundo... ¿Tendrá algo que ver con el turismo y con la posibilidad real de fidelizar turistas? ¿Tendrá que ver con la capacidad memorística de nuestros representantes institucionales turísticos respecto de sus promesas?

En cuanto le encuentre sentido al kõan prometo escribir sobre el asunto. No será muy tarde...