Una persona me reprocha que me ocupe tanto de un presidente electo con tupé amarillo (ya ni lo cito por el nombre), por haber cosas más importantes en que ocuparse. Bueno, no sé, el caso es que me preocupa cuanto ocurra en el corazón del Imperio. En el caso del filme Comanchería, lo más preocupante es el estado de ánimo que refleja, y el de su autor al reflejarlo. Sucede hoy, en Texas, y la cosa va de atracos y violencia a tope para poder afrontar una hipoteca y sacar de la pobreza a la familia. El sistema no existe, salvo un aparato represivo bastante ineficaz. Todo el mundo va armado. Por supuesto no hay causa colectiva alguna ni en el trasfondo ni en el horizonte. Cabría pensar que esa imagen de país que no logra salirse del mito primigenio (el western) es falsa, y sólo cine. Pero es terrible que se parezca demasiado a la Norteamérica que hemos visto aflorar en Noviembre.