Cada individuo debe decidir lo que va a hacer con su vida. Me explico: hace más de medio siglo, cuando vivía en Sidi Ifni, precioso territorio de la, entonces, África Occidental Española, un profesor: el coco de Latín, me preguntó: «Y tú, navarrica, ¿qué quieres conseguir en el futuro?». En ese momento saltó en mi pequeña cabeza la alarma. Le miré con gesto angelical y contesté: «Licenciada en Historia». Mis compañeros rompieron a reír. Ante el estupor de todos les dije: «Vuestras risas me sobran, compañeros. Si os digo que seré eso es porque es lo que pienso estudiar y si algo deseas con toda tu fuerza se consigue siempre, al menos eso es lo que me dice siempre mi madre».

Todos guardaron silencio hasta que el profe me dijo: «Tú lo conseguirás, mi niña, porque tienes toda la voluntad que les falta a estos camellos de carga».

Hay momentos en tu vida que se te clavan en la mente durante el resto de tu existencia, por eso, hace unos años, cuando estuve en una reunión de antiguos habitantes de Sidi Ifni una anciana se me acercó y me dijo: «Hola, Mª Rosa, ya me he enterado de que has sabido cumplir tus promesas. Eres el orgullo de tus antiguos profesores». No supe qué contestarle inmediatamente, después le sonreí y cuando me rehíce le dije: «Gracias, siempre recordé a mis profesores del Territorio, Por algo sería ¿No cree? El mérito de mis títulos no sólo ha sido mío. Tuvimos a los mejores docentes y no soy la única en reconocerlo. Gracias a todos».

Por eso, cuando suena mi teléfono y desconozco al autor de la llamada, el corazón se me contrae y pienso: «Otro número a borrar de mi lista».

Y no me equivoco.