Se disfraza de cuestiones ideológicas y de reparto de poder, pero lo que se debate ahora en Podemos es el liderismo, una cuestión que los bipartidismos resolvieron hace mucho, en el caso del PSOE desde que Felipe González impuso definitivamente su ley en 1979. El liderismo descansa en la concentración formidable de poder mediático en una persona, momento a partir del cual el partido le queda sometido, al depender de ella resultados electorales, escaños, varas de alcaldes y cargos de la estructura de poder. La premisa del liderismo, a su vez, es la condición indispensable del líder. Si el líder es indispensable todos los demás son dispensables, pueden ser sacrificados a conveniencia y el que se mueve no sale en la foto. Mi opinión es que en Podemos optarán al final por reforzar el liderismo, históricamente tan exitoso para los partidos bipartidistas a los que en el fondo ansía parecerse.