Hace poco más de un año, la reportera húngara Petra László grababa con su cámara la desesperada huida del horror de cientos de personas que trataban de zafarse de la policía cerca de la frontera sur de Hungría con Serbia. El caos era enorme y los reporteros estaban inmersos en la frenética carrera de los refugiados. Es entonces cuando se ve a László resolver sin remilgo moral alguno el terrible dilema deontológico al que debe enfrentarse todo periodista tarde un temprano: ¿limitarse a recoger y plasmar la noticia, o, si las cosas se ponen feas, intervenir en el curso de los acontecimientos? László intervino. Las imágenes muestran cómo, impulsada por sus firmes convicciones personales, zancadillea a un padre que llevaba a su hijo en brazos, y cómo patea a un hombre y a una niña que pasaban a su lado. Cuando, en aquel tráfago, el periodista español Javier Pascual mostró a László las imágenes, esta reaccionó riéndose. Hace unos días, cuando un tribunal húngaro la juzgaba, ya no reía. Lloraba. El tribunal la declaró culpable condenándola a tres años de libertad condicional. Muy bien. Para que aprenda. Despedida de su trabajo, vive atemorizada y quiere huir a Rusia. No es mala idea si busca impunidad. Pero si realmente ha aprendido la lección, sabrá que es mejor dejarse de pamplinas y seguir haciendo lo mismo, pero sin pringarse. Puede comprar una cadena de televisión ultraderechista que aliente la caza al refugiado: como la N1TV en la que trabajaba, que viendo la repercusión mundial que tuvieron aquellas imágenes la despidió y se lavó las manos. O puede fundar un partido xenófobo que propugne el cierre de fronteras. O hacerse arzobispo de Valencia y preguntarse si los refugiados son trigo limpio. O meterse a burócrata y buscar un cabeza de turco que haga el trabajo sucio de país barrera. Lo importante es saber defender las mismas ideas de mierda, pero desde lejos, sin quemarse en primera línea. Que se manchen las manos otros dando leña en vez de refugio a los refugiados, patadas en lugar de acogida a los acogidos, zancadillas en vez de asilo a los asilados.