Quizá tenía razón Elías Bendodo cuando dijo el lunes en Málaga que quienes asistieron a su charla convocados por Europa Press, en realidad, lo hicieron para ver el reformado Hotel Miramar y, de rebote, desayunar gratis.

Lo que quedó claro tras el despliegue de poder y emoción derramados junto a algún café -sin querer- es que muchos de quienes fueron a escuchar al presidente de la Diputación por entrar en el maravillosamente recuperado Miramar, un jovencísimo edificio de 90 años cumplidos, y por hacerse con algún pequeño croissant integral by the face con que acompañar el cafelito, repetirán aún sin eso.

Se atacaron algunas verdades con prontitud antes de ser atacados por ellas, aunque fuera con el ataque silencioso de la hipocresía social, que muchos sienten obligatoria para mantener el equilibrio ante quienes ocupan los sillones en cada momento de nuestras insoportablemente leves vidas. Por eso, tras el primer «bienvenidos» de Antonio Pulido (el poder del patrocinio de la Fundación Cajasol y persona cercana a la presidenta de la Junta), llegó la presentación del ministro Catalá (el poder del Gobierno y popularmente cercano al presentado). No faltó ni el obispo -aunque haya que recordar que la Catedral, su santo negociado, sea el monumento más visitado por los turistas que vienen a la Costa del Sol y en el Turismo también la Diputación está-. Apenas saludar, el ministro se dirigió a quienes critican a esa hornada de nuevos políticos que han echado los dientes en el partido, como Elías. Sin que se lo pidieran, a quienes critican a Bendodo de no tener otro marchamo para enfrentarse a la realidad de sus administrados que ése, les expuso los méritos de su personalidad y su formación jurídica, además de sus logros de consenso en asuntos como el de haber desbloqueado y llevado a su apertura el Caminito del Rey. De hecho, la frase del siglo XXI -antes de Trump- la clavó Bendodo durante su largo pero hábil discurso: «la colaboración consigue más que la confrontación».

Del colorido abanico de la actual representación política de las instituciones malagueñas no faltó nadie por estar representado. Allí estaban personalidades sustanciosas y diversas, como alcaldes de las presuntas derecha e izquierda de los partidos tradicionales y de los nuevos, empresarios, agentes de la Cultura y de la policía, y el eminente oncólogo Emilio Alba (de quien Bendodo dijo que es el mejor en lo suyo de España y sin quien no sería posible para Málaga el centro de investigación en tratamientos del cáncer de próstata, junto al respaldo de la gerente del Ibima, el Instituto de Investigación Biomédica de Málaga, Itziar Ochotorena; la Junta y el Centro nacional de Investigaciones Oncológicas)

Ya informó La Opinión sobre todo ello, pero a quienes firmamos columnas encomendándonos a María de la O nos toca a veces ponerle la guinda de la ironía. Sin embargo, cuando les digo que hubo emoción es que cuando el presidente de la Diputación saludó a su padre, jurista allí presente, que «a sus 89 años sigue yendo a los juzgados», yo me acordé de que me falta el mío y me alegré de todos aquellos que aún tienen a su padre o a su madre entre los vivos. Unos juzgados, a todo esto, que para la memoria de nuestra impotencia, no hace tanto que estuvieron en el mismísimo Hotel Miramar. Una de sus bodegas, de hecho, ha mantenido como sonrisa al pasado reciente del edificio su aspecto de calabozo y alguna pintada.

Otra paternidad, esta vez política, se la adjudicó Bendodo al actual alcalde de la ciudad, Paco de la Torre, a quien calificó ante la mirada de colmillo afilado de alguno como «el arquitecto de la Málaga del siglo XXI» -hubo mucho siglo XXI en el discurso- Por supuesto que Bendodo también habló de Celia, y lo hizo con un humor que sigue encerrando dosis de amor. De Luis Merino, el último alcalde antes de la democracia que ahora anda en lo del eje civil Sevilla-Málaga y también estaba allí. Y del llorado Pedro Aparicio? Málaga ha tenido suerte con sus alcaldes, ha tenido el alcalde oportuno para cada momento de su historia democrática, fue a decir y recuerdo que dijo.

También hubo algún cogotazo a la Junta, como era previsible, por la Sanidad, por la falta de acuerdo en nada de Susana Díaz con Juanma Moreno y por el silencio del Capdea, el organismo de la universidad de Granada que hace el EGOPA, esa encuesta sobre la salud política andaluza que no salió el invierno pasado, supuestamente, por no interferir en la eterna campaña electoral en la que está siempre este país y sus comunidades. Y, mire usted por donde, la encuesta salió ayer, aunque sin intención de voto (para alentar aún más a quienes siembran la sospecha). Tras pasar por los fogones demoscópicos de Máster Chef la encuesta dice que baja el PSOE, aunque sigue el primero, y que sube el PP, aunque sigue el segundo. Respecto a las puntuaciones de los líderes no aprueba ninguno, todos tienen un 4, décimas arriba y abajo.

Entre quienes se atrevieron a comentar a la salida algo de lo que de verdad piensan, alguien me dijo que por qué se había presentado Elías Bendodo a alcalde dos años antes de las elecciones. Ya se pueden dar prisa los demás partidos en elegir bien y foguear a sus candidatos. Cuando vuelvan de Fitur?