Ciudadanos está en revisión, una revisión obligatoria como la de la ITV pero probablemente innecesaria. Se sabe con poder pero no abusa de él, en la mayoría de los casos como en Madrid o Málaga mantiene el jilguero del poder atrapado pero con suficiente cariño para no ahogar al pajarillo, metáfora que me enseñó un amigo abogado; ya saben que los abogados entienden mucho de pájaros y de metáforas.En cualquier caso, la revisión de Ciudadanos es necesaria por pura pedagogía. No deberían temer mostrar las tripas de sus dudas, ponerlas delante de toda España y debatirlas. Dudar es la base de la mayoría de edad intelectual en cualquier persona de bien y en un partido político también. Dudar no es dar tumbos, como le ha pasado al PSOE; dudar debe ser un proceso en el que se termine con un discernimiento responsable que acabe tomando las mejores decisiones para lo que tu naturaleza te ha creado, y en el caso de un partido político es el gobierno de un país, comunidad autónoma o de un ayuntamiento. Ciudadanos también ha tenido claro que la mejor manera de mantener su esencia y su fuerza es saber medir. Negociar y pedir mucho más allá de lo que tu fuerza te permite es no querer negociar, pedir sin sentido, como nos han acostumbrado los nacionalistas durante mucho tiempo. Es como acudir con crampones a un partido de fútbol, sin intención de jugar. Por eso esos simpatizantes de Ciudadanos que cualquier juicio al partido lo evalúan con un todo o nada deben entender que eso sí que es vieja política. Luego está Andalucía, que debería tener una revisión diferente, que sigue con un Juan Marín que apuntala todo lo que el partido no representa, un gobierno del nacionalismo más arraigado de este país que es el susanismo andaluz, un misterio que probablemente acabe como han acabado todos los que se acercaron tanto al PSOE andaluz: sin cabeza, cual macho de Mantis religiosa.