Va uno a ver la película que parece menos mala de la cartelera, resignado a someterse, casi por militancia, a la enésima tunda de segregación racial en USA, y se encuentra con una historia de amor tan auténtica que el amor en sí apenas se nota, de la poca grasa, o nata, o almíbar que tiene. Da una pista el título (Loving), pero como es el apellido del protagonista de la historia real y el rótulo del caso judicial («Loving contra Virginia»), queda también disimulada. Puesto que la historia sin duda no ha sido falseada por el director, cuyo cine es seco y honesto hasta la exasperación, resulta que una de las gestas del movimiento de los derechos civiles surge, simplemente, de que el rudo y rubio albañil Richard, hombre de poquísimas palabras, amaba tanto a la negra y algo caprichosa Mildred, que por darle lo que quiere se enfrenta al Estado de Virginia. El factor humano nunca descansa.