El futuro es aquello lejano, por llegar y sobre el que a veces nos planteamos expectativas. Mucho se ha hablado sobre el futuro de Limasa una vez finalice el contrato con los socios privados. Pero el futuro ya es presente en un par de meses, hay que decidir si para abril Limasa vuelve a la gestión municipal o sigue siendo lo que es, pública por quien paga, y privada por quien obtiene beneficios.

A estas alturas nadie dudará sobre el fracaso en el modelo de gestión de la actual Limasa. Una empresa mixta, con socios privados, beneficios asegurados y un único cliente. El sueño de todo inversor, nivel de ingresos pactados y márgenes de ganancias previstos. El riesgo no lo corría la empresa, sino los ciudadanos, los malagueños que eran y seguirán siendo, los que con sus impuestos aseguraban el funcionamiento de la empresa y el beneficio de los socios privados. Lo que se dice un chollo para el inversor si a ello añadimos que cualquier incremento de gasto por mejoras salariales, la cuenta la pagaba el Ayuntamiento. Así da gusto, los beneficios para el privado y los imprevistos para el Ayuntamiento.

No nos llevemos a engaño, tal y como estaba concebida Limasa siempre ha funcionado, desde el punto de vista económico como una empresa municipal. Externalizar o privatizar un servicio, acudir a un modelo de gestión privada tiene como finalidad reducir costes, acotarlos y no asumir riesgos de sobrecostes. En Limasa no ha ocurrido. El Ayuntamiento de Málaga siempre ha cargado con los gastos y la empresa ha recogido sus beneficios.

Municipalizar Limasa era una obligación, no ya porque la limpieza y recogida de residuos de una ciudad sea un servicio público esencial que no debería estar en manos privadas, sino porque al final es el Ayuntamiento el que ha pagado la cuenta de la empresa. Seguir funcionando jurídicamente como empresa de capital mixto, cuando desde el punto de vista económico Limasa ha venido gestionándose como cualquier empresa municipal del Ayuntamiento sería un despropósito.

A los malagueños la limpieza de la ciudad nos cuesta 100 millones de euros anuales, darle forma y plasmar sobre el papel lo que ya era una realidad, la municipalización, ahorraría más de 12 millones de euros al año, cifra nada despreciable para reinvertir en más limpieza, hace falta, Málaga está y ha estado sucia en los últimos años.

Evitar que la ciudad sea secuestrada nuevamente mediante el chantaje de subidas salariales por encima de la que se fijan para el conjunto de empleados públicos, o acabar con la herencia de los puestos de trabajo, por bochornoso, es una obligación de la corporación. Las contrataciones de personal tienen que dejar de ser un privilegio dirigido a unos pocos, en un estado de derecho, cualquier ciudadano debe tener la oportunidad de aspirar a un puesto de trabajo pagado con fondos públicos en igualdad de condiciones, y ello sólo será una realidad cuando Limasa deje de ser el engendro que es y se convierta en lo que nunca debió dejar de ser, una empresa municipal.