Hubieran querido ser Alfonso y Felipe, pero no hay modo. No es cuestión de amistad, gustos comunes o identificación ideológica, pues González y Guerra no eran propiamente amigos, sus gustos diferían mucho y sus ideas emitían en frecuencias distintas. Era otra cosa: ambición personal, ambición de partido y ambición de país, las tres cosas juntas, confundidas entre ellas y sin que para el público o el analista (incluso para ellos mismos) fuera fácil separarlas y saber cuánto había de cada una. Una comunión como la de cuarzo, feldespato y mica: granito. Dos personas que participan de esa comunión, y saben repartirse papeles a su servicio, formarán un binomio eficaz y de vida larga. Pero el granito tarda en hacerse, y requiere condiciones extremas para su formación. No celebro que no fragüe. Ese estrato geológico reciente es base también del país, y si no es firme, el país pierde.