No está lo bastante fundada, por ahora, la sospecha de que en algunos cenáculos del independentismo se ha brindado con champán tras la baja del español en los idiomas de la web de la Casa Blanca, pero es verosímil. Los dominios de la tontería son planos, sin accidentes naturales, y por ellos corren las cosas tontas de cualquier clase sin encontrar obstáculo. O sea, el que se apunta a una tontería deja el paso franco para las demás que vengan, como cuando cede una frontera. No hace mucho he leído que había un lobby catalán trabajándose la Casa Blanca, y que tenía alguna incrustación en las filas de Trump. A partir de ahí soñar es libre: por ejemplo con portadores de la estelada, Mossos y marineros de la VI Flota celebrando ya-se-puede-suponer-qué, borrachos como cubas, en la plaza de Catalunya. Parece broma, pero seguro que alguien ha tenido ya un sueño así, o parecido.