Hervert Hoover, trigésimo primer presidente de los Estados Unidos, y Donald Trump, cuadragésimo quinto mandatario, tenían algunas cosas en común antes de llegar a la Casa Blanca. Ambos eran ricos y ambos muy populares: el primero por sus obras filantrópicas (se volcó en la repatriación de ciudadanos estadounidenses durante la Primera Guerra Mundial y puso sus barcos al servicio de la ayuda humanitaria a franceses y belgas) y el segundo, entre otras cosas, por su «reality show» televisivo (El Aprendiz, donde los concursantes compiten por un contrato millonario con las empresas de Trump).

Ambos también fueron candidatos republicanos y los dos alcanzaron la presidencia en momentos críticos. Hoover lo hizo en 1929, meses antes del «crash» bursátil que, con el tiempo y varias de sus políticas, se convirtió en la Gran Depresión. Trump ha llegado con un discurso propio de quien piensa o quiere hacer pensar que el país ha sido conducido a otro desastre económico, por más que la recuperación del crecimiento haya sido sólida y el paro esté domesticado (4,7% a fines de 2016). Y es posible que Trump, haciendo de aprendiz de Hoover, consiga verdaderamente deprimir a EEUU y a buena parte del resto del mundo.

A la respuesta del equipo de Hoover tras el estallido de la crisis del 29 se atribuye la profundidad de la Gran Depresión. Se conoce como el «error Hoover» una apuesta inicial por la austeridad que exacerbó los daños de la crisis (terapia replicada en Europa a partir de 2010), aunque el más global de los descalabros lo provocó cuando recurrió al proteccionismo a través del arancel Smoot-Hawley.

Desde mediados de 1930, aquella ley penalizó las importaciones de miles de productos, elevando los aranceles existentes y estableciendo otros nuevos. La Administración pensaba que así se estimularía la actividad doméstica. Hoover no contó con la respuesta de otras naciones, que recíprocamente cortaron sus importaciones desde EEUU. La guerra comercial hundió las producciones estadounidenses, generó más paro y miseria dentro y fuera del país, y allanó el terreno para los siguientes desastres mundiales.

Trump protagoniza ahora su nuevo ´reality´ desde la Casa Blanca, donde, a golpe de ´tuit´, amenaza con hacer que salte por los aires la dinámica del comercio mundial de las últimas décadas. Justo cuando las economías nacionales son más abiertas que nunca y por ello particularmente vulnerables a las ensoñaciones proteccionistas de los aprendices de Hoover.