Mal mantra y mal tono el de ¡Ameruica ferst...! de don Donald. Y, lo que es peor, me temo que es irrenunciable, porque don Donald no tiene pinta de aceptar consejos. La evidencia está en que nadie, en los últimos setenta años, se ha atrevido a aconsejarle que desfrunza su ceño adusto y malaje, ni que adulce su verbo vilipendiante y baldonador, ni que, para parecer menos fantoche, procure una mínima proporción estética cuando se anuda la corbata imitando a Luis Aguilé, el indiscutible único rey de la desproporción corbatera. Don Donald, declarado hombre de éxito en los negocios, puede presumir de tenerlo todo, menos la razón y la felicidad, a las que persigue sin descanso desde hace siete décadas. Las mismas que llevan ellas demostrándole que son más rápidas que él.

Lo de Ameruica ferst es tan extremadamente estúpido como podría haber sido lo de -por favor, amable lector/a ponga su mejor acento trumpiano- Niu York ferst o Manjatan ferst o la Fifz Aveniu ferst o la Tramp Tagüer ferst, si el casposo y estrepitoso asalto al poder de don Donald hubiera empezado de abajo arriba. Don Donald merece formar parte de la definición académica de lo esperpéntico. Cosa que, hoy, desde esta modesta tribuna, propongo.

Málaga y su castizo barrio de la Trinidad, tienen un sosias de don Donald. Su viva imagen. Se llama Curro y, según afirma, nació el trece de junio del cuarenta y seis, jueves, víspera del día de nacimiento de don Donald. Curro tomó conciencia de don Donald solo a raíz de su omnipresencia con motivo de las elecciones presidenciales en los EEUU. Nunca antes había sabido de él. Afortunadamente para Curro, el parecido entre ambos es meramente físico, en el resto Curro verifica la polaridad de don Donald: tieso de euros, archimillonario en amigos y conocidos y vecinos, simpático, afable, generoso, empático, cariñoso, dadivoso, piadoso, sereno, profundo, resiliente, centrado, coherente... Vive en un sótano que es la antítesis de las alturas de la residencia trumpiana. No tiene vehículo, ni lo quiere. Curro es la viva imagen de la riqueza y de la humanidad y la felicidad sin límites. Su única mácula es su parecido físico con don Donald, que se diluye apenas aflora su delicadeza y elegancia y sensibilidad cuando toma la palabra

Hombre culto, hecho a sí mismo, Curro gusta de estudiar las palabras y tiene debilidad y querencia por el uso cotidiano de lo que él denomina verborrea creativa, que, según él, es lo que ocurre cuando palabras hijas de la jerigonza y la germanía zy/o de la gracieta y el chascarrillo caen en manos de la facundia y la verbosidad, y sin ningún pedigrí ni ascendencia nobiliaria, con el tiempo, terminan enamorando a la sesuda RAE, que las acoge en su seno y las incluye en el cofre mágico de las palabras con bula para su uso. Como muestra, valga un botón:

Unos días después de que don Donald ocupara su puesto de esperpéntico francotirador palabrero y de twittero tartufo, me crucé en la calle con Curro y le pregunté:

-¿Qué, que te parece lo de tu primo pequeño -él lo llama así-.

-No me gusta un pelo. Es un empampirolado pingorotudo que con sus mandangas parece disfrutar encocorando al respetable; un chisgarabís, un chiquilicuatre, un gurrumino sin sandunga, que a base de dicharachos, dicterios y barahúndas pretende demostrar que el resto del mundo somos unos turulatos papanatas pachorrudos y unos chafalmejas chilindrineros zarrapastrosos a los que puede manejar a su antojo -me contestó pausadamente, pero sin pausa- ¿Sabes...? -prosiguió- no me hace ninguna gracia parecerme a ese señor y espero que la ciudadanía lo ponga en tenguerengue con toda urgencia -y continuó:

-¡Ameruica ferts, Ameruica ferst...! Pues si vamos a eso, ¡la Trinidad, ferst...! ¡Anda que no! Mañana temprano le escribo a mi amigo Paco, el alcalde, pidiéndole que las tres mil camas hoteleras que Málaga necesita que nos contara desde Fitur, las ubique en el barrio de la Trinidad, que eso sí que es lo primero...

Afortunadamente, cuando le expliqué a Curro que lo de nuestro superalcalde De la Torre no podía ir en serio, sino que sus palabras en Madrid hubieron de ser fruto de una intoxicación transitoria por el ambiente añejo y políticamente viciado de Fitur, lo entendió y desistió de escribirle.

¡Así que la Trinidad ferst...! ¡Buena gente este Curro.