Cada mañana, los que tenemos la sana costumbre de tomar el primer café en la plaza de Enrique García-Herrera, para que nos entendamos plaza de Camas, nos hacemos la misma pregunta, si las obras de la plaza están acabadas o no, porque la percepción es que algo falta o mucho sobra.

La plaza esta inaugurada, por lo que cabría pensar que las obras están terminadas. Pero son tantas las obras que se inauguran sin estar acabadas que uno quiere pensar que esta es una más, que la plaza está por terminar, o por rehacer. Pagar un millón de euros por el bodrio y a los meses, en un intento desesperado de desenredar el entuerto, volverla a retocar con trescientos mil euros más puede hacernos pensar que esto va por tramos, o por años, y que aún quedan más hojas en el calendario para seguir actuando en la plaza hasta convertirla en algo digno del entorno y sobre todo, aprovechable.

Su ubicación, entre la zona hotelera y el centro histórico, la convierte en una de las puertas de entrada a la ciudad cultural y museística, esa Málaga que a estas alturas nadie puede poner en duda ha crecido exponencialmente. Pero lo de la plaza de Camas es una chapuza en toda regla.

Bien podría haberse llamado plaza del Descampado, hubiera hecho gala a su nombre. Las pérgolas, en los extremos de la plaza, no sirven para nada. No dan sombra, nunca podrán darla. Pasan desapercibidas las cuatro plantas que hay en la parte superior del tenderete que forman las pérgolas que, no conforman el techo vegetal pretendido. El sitio tiene poco verde y mucho cemento.

La plaza no es acogedora, por faltar no hubiera estado mal una fuente y zonas destinadas a puestos de venta, ya sea mercadillo navideño o estructuras fijas para actuaciones o conciertos. Pero no, se han instalado grandes maceteros con arbolitos. Es una plaza destartalada que se ha querido adornar con cubos-maceta que no tiene el suficiente volumen para hacer crecer los árboles plantados sobre ellos.

Quiero pensar que está inacabada, que aún quedan más reformas, que la plaza de Camas será una plaza que contribuya realmente a revitalizar la zona, abriendo locales y dejando un espacio para terrazas de bares y restaurante.

Podíamos haber copiado cualquier plaza de cualquier ciudad que más hubiese encajado en nuestro entorno, porque si hay que copiar se copia, que plazas dignas de admirar hay muchas, pero no, copiar hemos copiado pero no precisamente de quien debíamos. La plaza de Camas es una fiel reproducción de la plaza Dalí del madrileño barrio de Salamanca, pero aquí el entorno es distinto. Quizás la próxima reforma deba consistir en darse otra vuelta por España, ya que andamos escasitos de ideas, y traernos a Málaga algo que, al menos, además de plaza tenga utilidad.