No pasan más desgracias de puto milagro. El Ayuntamiento de Málaga no activó el plan de emergencias previsto para estas ocasiones. Lo denunció ayer este periódico. Encima, el jefe de bomberos estuvo ilocalizable. Joder, que plan.

Al alcalde le faltó tiempo para ponerse un chubasquero fotogénico e irse a pegar zancadas por las zonas afectadas, lo cual aún honrándole, da sensación de voluntarismo decimonónico más que de efectividad. Un paternalismo plausible, ranciete, tal vez inconscientemente populista. Cuando ocurren estas desgracias imprevisibles de las que nadie tiene culpa, ciudades como Málaga tienen un plan que consiste en reunir a los jefes de bomberos, policías, Protección Civil, etc que se arrejuntan con potentes medios informáticos y tecnológicos y dirigen las operaciones. Se llama coordinarse. 144 litros por metro cuadrado en un par de horas se registraron en algunos sitios. Un chaparrón de los que hacen época, que lingüísticamente ha tenido la virtud de devolver al uso la palabra tromba, que estaba ahí un poco en desuso y alicaída y ahora se nos muestra no diríamos que vivaracha, si no también retadora y en plena forma. Las trombas son tan grandes que no tienen aumentativo. En efecto, un trombón es otra cosa. A todo el mundo le suena.

El alcalde De la Torre se ha apresurado a pedir y exigir y arrear a la Junta para que arregle cosas y financie planes contra inundaciones. La Junta a veces se mueve menos que el obelisco de Washington pero es cierto que son los ayuntamientos, como Málaga, Rincón, Torremolinos, Benalmádena, etc. los que dan licencias para que se construya en cauces de arroyos, en zonas inundables, en terrenos de cartón empinados en un monte. Un desastre de planificación urbanística, un caos. El Ayuntamiento de Málaga se ha apresurado a recalcar que ya a las nueve había máquinas en lugares afectados. Hombre, teniendo en cuenta que la tromba acabó sobre las cuatro de la mañana y que las distancias en nuestra Málaga no son las de México D.F., pues la cosa tampoco es como para un premio a la celeridad o rapidez.

En fin, brindemos por que no hubiera ninguna víctima y ejerzamos críticas constructivas. Recemos para que el cielo nos proteja y no nos descargue su furia, dado que en lugares tendentes al caos como este, el castigo no es sólo la tromba: también la descoordinación y torpeza posterior.