El jueves nos encontramos con la noticia de que Claudio Ranieri había sido destituido. Y eso después de conseguir un resultado muy remontable en la ida de los octavos de final de la Champions. De un plumazo los dirigentes del Leicester City olvidaron que este fue el entrenador que les llevó a escribir quizás la página más gloriosa y admirable del fútbol moderno tras lograr la Premier League la temporada pasada. Era el ídolo, el líder del proyecto, o eso decían de él. La realidad es que no pueden soportar que estén luchando este año por el descenso. No comprenden que esta debe ser su realidad y que lo del año pasado fue un sueño que posiblemente jamás se volverá a repetir.

Es curioso que hace unos días leí que un dirigente del club inglés salía en rueda de prensa a mostrar total apoyo al entrenador italiano. La verdad es que en primero de entrenador profesional te deben enseñar que si sale alguien de tu club a ratificarte ve buscando otro equipo porque ahí te quedan tres telediarios.

Dicen que la mala relación con los jugadores ha sido el motivo por el que destituyen al entrenador. Y saben aquello de que es más fácil echar a uno que a veinticuatro. Pero no creo que sea el motivo este de la destitución de Ranieri.

En el mundo profesional estamos acostumbrados a ver episodios como este. Cuando los resultados no son los que se piensa que deben ser al primero que miran es al entrenador. Por suerte o por desgracia esto lo he sufrido yo en mis propias carnes. Da igual si juegas bien, no importa si los equipos que te superan tienen mayor presupuesto, nadie mira si tus jugadores progresan o no, o si están lesionados los mejores. Hasta todos olvidan si tu equipo es de cantera o profesional. Cuando esto sucede nadie te defiende, el que ficha y hace la plantilla mira para otro lado. Todos los que estaban al lado del entrenador cuando ganaba se alejan silbando bajito. Y siempre hay alguien en la prensa, o dentro del club incluso, que aprovecha el momento para sacar el cuchillo que estuvo afilando mientras el equipo ganaba. Y es que si no ganas, vas a la calle.

Todos los que sueñen con ser entrenador profesional y trabajen muy duro todos los días para cumplir ese deseo, deben saber que los mejores entrenadores no son aquellos que hacen que sus equipos jueguen bonito. Tampoco son los mejores los entrenadores que innovan, que hacen algo diferente al resto que después todos copian. Los mejores entrenadores son aquellos que ganan.

Gracias a esto Obradovic es el mejor entrenador de Europa. No porque su equipo juegue pick and roll mejor que nadie o porque su defensa sea de las mejores. Él es el mejor porque ha ganado ocho veces la Euroleague y esto es un récord que posiblemente no igualará nadie. Por esto Sergio Scariolo es el mejor entrenador que ha tenido Unicaja, porque ha sido el que ha conseguido ganar títulos importantes para el club, respetando la Copa Korac que ganó Boza Maljkovic. Así se ha ganado a pulso Xavi Pascual el crédito de ser considerado uno de los entrenadores top de Europa puesto que después de su etapa victoriosa en el Barcelona ficha en Panathinaikos y ya ha ganado la copa griega. Y sin ninguna duda, es por ganar por lo que Pablo Laso está haciendo historia en el Real Madrid. Muchos dicen que lo divertido que juegan es lo que hace que su equipo llene el pabellón, o que con él han crecido jugadores como Llull, o que ha tenido la valentía de poner a jugar a jóvenes como Hernangómez antes y ahora Luka Doncic. Pero la realidad es que lo que está haciendo es histórico porque gana y seguro que él mejor que nadie sabe que en ese club en el que trabaja, el día que deje de ganar dejará de sentarse en ese banquillo. Sino que se lo pregunten al bueno de Ancelotti, que por cierto es el entrenador de fútbol que más Champions ha ganado con tres.

Ahora entenderán que no comparto que el motivo de la destitución de Ranieri sea la mala relación con el vestuario. Si ganara, nadie discutiría su puesto aunque no se hablara con los jugadores. Si eres profesional de los banquillos, solo vale ganar o si no, ¡hasta luego, Lucas!