Desigualdad hacia la mujer

Cada vez más, la igualdad entre hombres y mujeres en puestos directivos se iguala. De hecho, en la última década la participación de las mujeres en altos puestos ejecutivos ha aumentado hasta alcanzar el 30%, según informes publicados por el Instituto de la Mujer.

Aunque parece que este aumento no va ligado aún con la igualdad en los salarios ya que los hombres directivos ganan un 18,6% más que las mujeres directivas, que aunque haya crecido un poco, a pesar del aumento, España aún está por debajo de la media europea al situarse en el puesto 16 entre los países europeos, según el último sondeo.

El sexo de las personas constituye una de las causas de discriminación más frecuente y extendida. Además la discriminación basada en el sexo ocasiona una marginación efectiva de la mujer, sobre todos los ámbitos de la vida, que obstaculiza, impide su acceso y participación en los diversos espacios de actuación, tanto públicos como privados.

Ante semejante panorama, la actuación de los poderes públicos, así como la de los mismos agentes sociales, debe encontrar nuevos y diferentes planteamientos, a partir de los cuales, deben reinventarse; nos referimos a la necesidad de actuar por una igualdad que libere a la mujer, que actúe como contrapeso ante los grandes desequilibrios estructurales que fundamentan la consideración y el trato peyorativo padecido por las mujeres, para alcanzar la igualdad de oportunidades.

En otras actividades, como la educación y la investigación, aunque el porcentaje de mujeres licenciadas es superior al de hombres, la presencia femenina se va reduciendo conforme se asciende en la escala profesional. Y es que la diferencia salarial entre hombres y mujeres se mantiene a niveles inaceptables, sin que se aprecie ninguna tendencia clara a su disminución. Como término medio, las mujeres ganan un 15% menos por hora trabajada que los hombres.

Al igual que el riesgo de exclusión social también es mayor para las mujeres, particularmente, el riesgo de pobreza también es superior para las de edad más avanzada y para las familias monoparentales con hijos a cargo, grupo en el que predominan las mujeres.

Mediante el Tratado de Amsterdam en 1997, se hacía efecto la exigencia de igualdad de trato y la prohibición de la consiguiente discriminación hacia las mujeres. De esta manera debemos hacer mención al artículo 141 del Texto de dicho Tratado que dice: la obligación de los Estados miembros de garantizar la aplicación del principio de igualdad de retribución entre hombres y mujeres para un mismo trabajo o para un trabajo de igual valor.

En España la situación de las mujeres ha empeorado, y puntúa peor en materia de sanidad y en oportunidades laborales, en esta última área, el país ha perdido más de ocho puestos, creciendo las diferencias entre hombres y mujeres, donde se tiene en cuenta variables como la tasa de desempleo, las oportunidades de la mujer para ascender en su trabajo, el número de horas trabajadas sin cobrar sueldo etc.

Según toda esta información, se calcula que nos costaría cerca de 90 años lograr acabar con las diferencias entre hombres y mujeres en el mundo laboral, por no mencionar otros aspectos de la vida cotidiana, donde la figura de la mujer aún se la reconoce como el ser débil de la creación y en realidad es siempre la que lleva la mayor carga de trabajo en todos los sentidos. También debo mencionar que en los últimos años el hombre participa un poco más de las tareas comunes del hogar y los hijos. Esta participación del hombre, con las tareas que solo se atribuían a la mujer, debemos puntuarlo como un gran avance.

Conchi BasilioMálaga