Hace apenas un par de fines de semanas padecimos en Málaga una enorme tromba de agua que se tradujo, entre otras cosas, en decenas de salidas del servicio de bomberos para atender las urgencias de los vecinos. Como tantas veces, el servicio y la respuesta fueron ejemplares y sin su eficiencia, profesionalidad y entrega podría haber ocurrido más de una tragedia personal; algo que, afortunadamente, no se llegó a producir.

Les confieso que no soy lector de ciencia ficción pero eso no evita que no tenga imaginación. Otra cosa es que haya cosas que no me guste imaginar. Y no me gustaría imaginar lo que hubiera podido ocurrir si la decisión de reorganización del servicio tomada unilateralmente por el actual responsable del cuerpo de bomberos (sí, ese mismo que está cuestionado por el 98% de quienes se juegan su vida día a día bajo sus órdenes pero al que protegen desde el Ayuntamiento aquellos que los únicos fuegos que han apagado son los de las barbacoas de sus terrazas) se hubiera producido un día antes de esa tromba de agua que nadie pudo predecir. Parques de bomberos que han amanecido sin personal suficiente para atenderlos o sin mandos para encabezarlos; material de atención almacenado en una nave en lugar de a disposición del personal; bomberos que llevan años en un mismo distrito y que lo conocen como la palma de su mano, lo que redunda en menores tiempos de intervención, desplazados a otras zonas de la capital; equipos que trabajaban cohesionados, entre otras cosas porque su seguridad mutua y su capacidad de respuesta dependen de su compenetración, desmantelados y desperdigados por toda la ciudad. Y todo ello sin consultar ni acordar con nadie, en una decisión en la que se confunden de forma preocupante autoridad con despotismo y servicio público con el patio de mi casa que, visto lo visto, debe ser muy particular.

¿Alguien dentro de ese Ayuntamiento se ha puesto a imaginar lo que podría ocurrir si este fin de semana, que parece que retorna la lluvia a Málaga, vuelve a caer otra tromba de agua y tenemos el servicio de bomberos hecho unos zorros? ¿Alguien dentro del Ayuntamiento ha reflexionado acerca de que la función del jefe de bomberos es garantizar un servicio de calidad y eficiente, máxime cuando de lo que estamos hablando son de vidas en peligro y de vidas que se arriesgan, en lugar de tratar de torcerle el brazo a una plantilla que simplemente reclama sus derechos y una mejor gestión del cuerpo? ¿Alguien puede ponerle un poquito de cordura a este conflicto que, por la vía que vamos, puede acabar en una tragedia evidentemente no deseada por nadie? En definitiva, y por si con todo lo anterior no me he hecho entender suficientemente bien, ¿alguien puede tener alguna duda de que entre bomberos y pirómanos uno siempre debe estar del lado de los bomberos? Pues eso.

*Alberto Montero es diputado en el Congreso y secretario general de Podemos en Málaga