Cómo ha cambiado la película en tres años. en el PP andaluz. A principios de febrero de 2014 saltó una noticia insólita. Tras una reunión extraordinaria de la junta directiva del Partido Popular de Andalucía se había adoptado también una medida extraordinaria como era convocar para marzo un congreso «express» sin que se supiera a ciencia cierta quién sería el candidato que sustituiría a Juan Ignacio Zoido, que había tirado meses atrás de su perfil de twitter y ya sólo quería ser alcalde de Sevilla. Por aquella fecha, la división interna del PP de Andalucía estaba provocando situaciones incómodas pese a que el partido había ganado las últimas tres elecciones celebradas en Andalucía y se había quedado a un paso de que Javier Arenas se sentará en San Telmo.

Mariano Rajoy, fiel a su fama, seguía entonces sin dar a conocer su preferencia y ese silencio provocaba situaciones esperpénticas para este partido poco acostumbrado al hábitat natural de los socialistas de convocar congresos inciertos con toda suerte de candidatos. La verdad, son más entretenidos.

Pero hubo quien trató de jugar su propia partida y con el silencio de Rajoy. María Dolores de Cospedal y Zoido maniobraron con la intención de resolver rápidamente la crisis interna y darle por cerrado al presidente el nombre de un candidato de «consenso»: José Luis Sanz. Un fin de semana de noviembre de 2013, dos medios nacionales coincidían en su apertura en primera página que Zoido abandonaba la presidencia del PP-A y que el candidato mejor colocado era el entonces senador y alcalde de Tomares, José Luis Sanz. Incluso se filtró que ese sábado el propio Rajoy ratificaría su candidatura. Se formó la del quince y sucedió algo inhabitual en el PP como que varios presidentes provinciales como el de Málaga, Elías Bendodo, se atrevieran a cuestionar a la propia secretaria de su partido y se movilizaran para frenar un nombramiento que en ningún momento fue consensuado con los barones provinciales como se vendió en Génova. Todo este ruido llegó hasta Rajoy, que ordenó frenar a operación y enfriar el asunto hasta que a mitad de febrero de 2014 optó por el malagueño Juanma Moreno para liderar al partido en Andalucía. Su elección se leyó entonces como una victoria interna del PP de Málaga, el partido que mejores resultados presentaba en Andalucía y que más peso en militantes tiene en el PP andaluz, ya que esta provincia fue junto a Cádiz y Soraya Sáenz de Santamaría una de las artífices de que el propio Mariano Rajoy parase en dos ocasiones el nombramiento express diseñado por Cospedal y Zoido.

Tres años después Juanma Moreno ha reforzado su liderazgo y ya pocos dudan de las posibilidades electorales de un candidato que cuando llegó era un completo desconocido en Andalucía. Además, tiene el aval permanente de Rajoy y de una nueva hornada de dirigentes populares que se abren paso en la sede de Génova como Maíllo.

No tardaron sus más fieles enemigos andaluces en atribuirle el fracaso electoral de las europeas de 2014, cuando el batacazo fue monumental, y a Moreno no le quedó más defensa ante los suyos que argumentar que sólo llevaba cuatro meses al mando de la nave popular. Desde entonces el PP ha ido sumando apoyos electorales y ha crecido ocho puntos en ese periodo, del 25 al 33% de las últimas generales, donde logró incluso superar al PSOE que lideraba Susana Díaz.

Pero no todo ha sido un camino de rosas ni ha logrado solventar la renovación total del PP andaluz que inició con la salidas de varios alcaldes veteranos (y díscolos) o de cabezas de listas en las últimas elecciones generales. El recién reelegido presidente del PP andaluz ha optado por seguir el estilo tranquilo de Rajoy y desechar la mano firme de Javier Arenas, especialista en fulminar con nocturnidad a presidentes provinciales a los que incluso dejó que se hicieran una fotografía presentando sus avales. Moreno prefiere la escuela paciente de Rajoy. En la espera está su virtud. El viento juega a su favor pese a las innumerables zancadillas que durante todo este tiempo ha tenido que sortear por parte de los «hombres de Cospedal», despojados de sus cargos públicos en alcaldías pero que fueron rápidamente recolocados en altos cargos de Interior y Hacienda.

Tras el baño y masaje de ayer en el Palacio de Ferias y el apoyo, una vez más, de hoy de Rajoy, a Moreno le queda ahora lidiar con los ocho congresos provinciales, donde parece que ha optado por un pacto de no agresión con José Antonio Nieto en Córdoba y Fernández de Moya en Jaén. Aquí se tirará de los Estatutos del PP donde existe un régimen de excepcionalidades que tramita la Oficina del Cargo Popular y que el comité ejecutivo del PP a nivel nacional ratificará para evitar aplicar las incompatibilidades de los presidentes provinciales de Cádiz, Córdoba y Jaén, dejar sin efecto así la enmienda aprobada en el congreso nacional que afecta a sus liderazgos ya que ocupan a la vez cargos del Gobierno central.

Más complicado parecía solventar el tema del arenista Gabriel Amat en Almería, pero la publicación de que la justicia le investiga por una supuesta trama de contratos familiares debería ser suficiente para que Carmen Crespo ayude en el relevo del eterno presidente. En Sevilla el congreso se presentará movidito, con los Pérez (Virginia y Beltrán) apoyados por la dirección del partido contra Jesús Bueno, que desea repetir con el respaldo de Zoido.

La única provincia que no dará problemas a Moreno será Málaga, donde Elías Bendodo repetirá y seguirá como el máximo apoyo político de una aventura que iniciaron a finales de noviembre y cuya única meta se han fijado en el Palacio de San Telmo. La posible marcha de Susana Díaz a la secretaria general del PSOE, si gana las primarias, abriría un escenario nuevo para el PP en Andalucía, aunque el propio Moreno ha confesado en alguna ocasión que prefiere a Díaz como candidata. Considera que ya le tiene cogida la medida y argumenta que puede explotar lo que considera una nefasta gestión en la sanidad pública como se evidenció en las sucesivas marchas que sacaron a miles de personas a las calles de Granada, Huelva y Málaga.