Solo ocurre dos veces al año, pero siempre me pilla con el pie cambiado. La adaptación al nuevo horario, con esas razones de ahorro energético y tal, perdónenme, pero no va conmigo. En primer lugar porque no creo que mi vida ni mis costumbres, ya sean las mañaneras o las vespertinas, cambien demasiado según sea una hora más tarde o más temprano. Y en segundo lugar porque siempre, siempre, siempre, hagan memoria, el fin de semana que toca mover la manecilla del reloj (¡menuda antigüedad!) no es el mejor momento para hacerlo. Este fin de semana no es ni mucho menos una excepción. Esta madrugada, si nada lo impide, el reloj avanzará como por arte de magia de las dos a las tres de la madrugada, robándonos una hora de sueño, este topicazo que esta vez sí hará efectivo hoy, pero que era objeto de mofa y cachondeo hace ya algunos años, en aquellas noches de botellón en la que con ya dos o tres vasos encima, y con otro en progreso, parábamos el festival etílico para mirarnos todos de reojillo y cambiar la hora de relojes de pulsera y arcaicos móviles ladrillo de la época. Qué locos estábamos. Semejante acto de provocación es comparable al que esta noche cometerán militantes socialistas malagueños, que han quedado a las dos en punto de la madrugada para coger el autobús hacia Madrid para ir a apoyar a Susana Díaz en su presentación como candidata a la secretaría general del partido. «¿Pero a las dos nuevas o a las dos antiguas?» Más de uno lo usará como excusa para dejar el asiento vacío, ojo.

Hoy sí, les decía, el cambio de hora robará algo de sueño, y es que mañana se celebra la Media Maratón de Málaga, que si ya sale temprano, a las 9:30 horas, algunos no pararán de pensar en los primeros kilómetros que en realidad no son las nueve, que son las ocho, y que estaba mejor acostado. Será el epílogo de un estado de permanente debate mental que comenzará sobre las once de la noche de hoy, programando varios relojes y a la parienta y desconfiando del smartphone («¿Mi móvil cambiaba solo la hora? ¿y si se va la wifi?»), por muy inteligente que sea. El resultado puede ser doble: o que nos veamos estirando una hora más de la cuenta alrededor del Estadio de Atletismo, o que sumemos una hora más a nuestra marca y le echemos la culpa a Samsung. El cambio de hora nunca cae bien.