A menudo invito a las personas emprendedoras con las que me entrevisto a diario, a quienes ofrecemos apoyo para desarrollar su idea y sortear todo tipo de trámites para la creación y puesta en marcha de sus negocios, a pararse un instante. Así a bocajarro les suelto por sorpresa una pregunta que considero debe ser clave: ¿Cuánta felicidad te aporta tu Business Plan (de entrada el inglés, para ponerlo en situación ante el idioma oficial del mundo emprendedor) o tu plan de empresa?

Y es que cada proyecto requiere contar con un balance de situación que nos permitiera medir sobre todo la ilusión y la valentía con la que nos enfrentamos a la hora de poner en marcha un modelo de negocio. Medir la rentabilidad empresarial suele resultar más fácil que medir el nivel de felicidad que somos capaces de generar para nosotros mismos, para aquellas personas que en futuro pueden convertirse en empleadas nuestras e incluso para los clientes que llegarán a utilizar nuestros servicios o comprar nuestros productos.

Por todo lo anterior, y aunque alguien crea que es algo baladí, una vez realizado el Plan de Empresa planteo desde el Punto Incorpora Autoempleo que gestionamos desde la Asociación Arrabal-AID con el respaldo de la Obra Social «la Caixa» dos obligadas preguntas: ¿Cuánta felicidad hay en mi modelo de negocio? y ¿Cuánta felicidad soy capaz de generar a los demás?.

Si el proyecto que tenemos entre manos nos reporta más miedo que felicidad y sobre todo si no tenemos claro a qué clientes les estamos haciendo más felices con todo aquello a lo que nos dedicamos, es el momento de valorar si seguimos adelante o no. Pues si no mantenemos viva la llama de la ilusión, cualquier contratiempo hará que se tambalee nuestra dedicación plena y sobre todo nuestra visión de futuro. Y esos dos parámetros son fundamentales a la hora de emprender.

Nuestra capacidad de reacción para ser flexibles y modificar políticas de precios o estrategias comerciales son fundamentales en los tiempos que corren para mantener y consolidar un proyecto empresarial.

Si nuestro modelo de negocio en algún momento nos deja de aportar felicidad y no tenemos capacidad de reinventarlo quizá es el momento de pararnos y repensar la estrategia de vida que llevamos, por encima del éxito. No está de más recordar aquel dicho popular extendido entre quienes invertían en Bolsa que en los negocios hay que tener muy presente que cuando no nos dan los resultados esperados y sobre todo las satisfacciones personales deseadas es el momento de decidir «que la última peseta la gane otro».