Qué vivo está el moribundo protagonista de Últimos días en La Habana. Toda una enseñanza de lo que es este fandango que condenados estamos en bailar, y menos mal. Al fin y al cabo la vida es una ilusión, como decía Segismundo en el monólogo calderoniano de La vida es sueño, o como cantaba camarón, precisamente por fandangos: «La vida es una ilusión, que nadie vive sin ella, y no tiene solución, porque es como una estrella, ¡ay! que jamás nadie alcanzó…».

La vida es silbar

También La vida es silbar, el título de otra película del mismo director habanero. El cineasta Fernando Pérez nos ha traído al Festival, que esta noche se clausura, a ese homosexual que encarna milagrosamente el actor cubano Jorge Martínez, un hombre que sigue siendo luminoso aún antes del definitivo fundido en negro de su propia vida. La pelona maldita o la gran dama blanca o la señora de la guadaña o, dicho con certero laconismo incontestable, la muerte, no ha dejado de estar presente en estos días de luz en la oscuridad de las salas. Como no ha dejado de estar presente en el horror cotidiano de nuestros días de fanatismo y miedo con el atentado en Londres. Cuando escribo se contabilizaban cinco muertos y 29 heridos. No es difícil matar para un asesino o para alguien tan enfermo como para no empatizar con el otro y su derecho a seguir respirando. Lo difícil es intentar salvar una vida. Lo que hizo ese policía desarmado y apuñalado por el terrorista.

Somos los demás

O lo que hicieron todas esas personas que ayudaron a los salvajemente atropellados, O lo que hizo también el parlamentario británico Tobías Ellwood, practicándole el boca a boca a ese policía desgraciadamente muerto. Su imagen, manchado de la sangre de aquel a quien quería salvar, es luminosa, aunque duela. No siempre la sangre es símbolo de terror, también de vida. La realidad parece ficción en este caso, porque el político que no dudó en arriesgarse para salvar una vida, aunque fuese en vano, perdió a su hermano hace 15 años en el atentado terrorista de Bali. Cuando se tienen entrañas o, al menos, cabeza, el dolor propio nos hace comprender el de los demás, nos vuelve generosos a la hora de comprender al otro y valientes a la hora de defenderle. Nos enciende una luz, como la de Elna….

La luz de Elna

Una película hecha para televisión dirigida por Silvia Quer, La luz de Elna, también nos hablaba en uno de las sesiones especiales del Festival de una heroína. Elizabeth Eidenbenz, una joven enfermera suiza, se empeñó durante la Segunda Guerra Mundial en hacer de la maternidad de ese pueblito en la frontera franco-española, Elna, un oasis para la vida, mientras demasiadas personas morían por la miseria en el cercano campo de refugiados españoles de Argelés sur mer, y por las bombas y las balas nazis en el frente y los pueblos de alrededor. Resulta emocionante que en los créditos finales de la película («las letras» como decía mi padre) se vayan sucediendo imágenes de esas personas imprescindibles que, como Elizabeth, intentan iluminar la sombría existencia de los refugiados actuales con la luz de su intervención solidaria.

De copas con Jeromen

Entre película y película se ha hablado en los corrillos de la frasecita del holandés Jeromen Dijsselbloem, el pizpireta presidente del Eurogrupo, que con tanta gracia «celebraba» José María de Loma ayer, cuando andaba de Palique por este periódico. El Sur se lo gasta todo en copas y mujeres, pelín antigüito el pensamiento pero absolutamente vigente como tópico generalista. En copas, en mujeres, en hombres, en fiestas, en comisiones corruptas, etc. Duele que la picaresca española sumada a la leyenda negra haya generado tantos tópicos, pero más duele que algunos tengan su parte no despreciable de verdad, aunque despreciable resulta que todo un presidente del Eurogrupo lo figa y no se retracte. Para la etiqueta despreciable el Sur siempre existe. Incluso en el propio sur, los del norte del sur las utilizan. Como cuando a los andaluces nos miran como a mantenidos e ineficaces algunos de quienes nos miran allende Despeñaperros. A mí, a la hora de sacar pecho, siempre me lanzan el dardo de las casi cuatro décadas sin higienización política por la falta de alternancia de partido gobernante en Andalucía, las cifras del paro andaluz o los informes Pisa o lo de los dos ex presidentes imputados… y a mí sin ocurrírseme otro tópico de los holandeses que llamarles tulipanes.Ciencia y vergüenza

Una cosa sí hay clara. Anteayer, por ejemplo, en los titulares convivían dos noticias junto al terror y las pamplinas. La primera era ésta: «Condenan al expresidente de Kutxabank por apropiación indebida» -éste al menos ha devuelto parte del dinero para rebajar pena-. Y la segunda: «Científicos españoles identifican un centenar de genes que ayudan a frenar el cáncer de próstata». Despreciemos al primero, no le tachemos de listo, y apoyemos a los segundos, en defensa propia…

Porque hoy es sábado