Antonio Herrera deja la secretaría provincial de Comisiones Obreras. El sindicato celebró hace unos días congreso y Herrera ya tiene sustituto: Fernando Muñoz Cubillo. Uno conoce a Herrera desde finales del siglo XX; de cubrir sus ruedas de prensa, de recibirle en un plató de televisión, de coincidir en actos institucionales; de tomar con él una cerveza en Feria. Herrera es combativo, alegre, tenaz y un gran conversador con el que puedes charlar de columnismo, acerca de cronistas taurinos, sobre libros o escritores€ Una pasión esta que profesa con rigor y que contagia a no pocos. Con su marcha (entró en la secretaría provincial en 2004) se simboliza el fin de un cierto sindicalismo. Su antecesor fue Francisco Gutiérrez, el Guti, otro tipo con muchos kilates de bonhomía. Herrera es uno de los pocos que incluso en tiempos de bonanza advertía sobre los peligros del monocultivo económico de la provincia y la burbuja inmobiliaria y no se cansa de advertir que el empleo que se crea es de poca calidad, precario, de sueldos vergonzantes en no pocas ocasiones.

Siempre se ha entendido bien con los empresarios locales, entre los que tiene amigos, pero eso no le ha impedido agarrar la pancarta y el megáfono con bríos siempre.

Los sindicatos, que defienden o tratan de defender a lo que somos el noventa por ciento, currantes, han tenido en España en los últimos años mala prensa y han sufrido también odiosas campañas en contra. Pero bueno, ha sido un tiempo en el que también cierto empresariado, los periodistas, la Iglesia, los políticos y partidos, la monarquía, etc. han entrado en crisis y han generado desafección. Era el sistema lo que hacía aguas. Ahora, cuando la crisis amaina, volvemos todos a disimular un poquito y a tratar de seguir viviendo.

Ha hecho un buen trabajo, digno y coherente como poco. No ha habido muchas luchas protagonizada por los débiles, los pobres o los vulnerables en la provincia en las últimas décadas en las que no haya estado metido.

Figura y genio. En una entrevista con este periódico hace unos días afirmaba que estamos siendo presa de una estafa: nos hacen volver a un sistema laboral como el del siglo XIX, resaltaba.

Clamaba también contra ese intento nada soterrado que hay aún en España para legislar (restringir) la huelga o contra esa anomalía que supone que no haya elecciones sindicales en pequeñas empresas donde se contrata rotatoriamente a gente por pocas horas para trabajar muchas en realidad. Desamparados están. «Nos quieren robar derechos y hay que pelear, aunque sea por nuestros hijos», enfatiza.

Pues sí. No es mala divisa además. Tristes tiempos en los que hay que luchar por lo evidente, por ponernos orteguianos. Sobre todo en esta era de tanto lenguaje de madera o cartón, de tanta proclama estéril, huera, vacua. O de tanta frasecitas destinadas a no molestar a nadie. Ni a los chorizos. Herrera, no nos falles, sigue dando voces.