Una de las mayores atracciones en los medios audiovisuales es la retransmisión de la vida en vivo y en directo. Porque la presencia de la «vida en estado puro» funda la base de las mayores audiencias. Todo aquello que exhibe la etiqueta de «basado en lo real» resulta más cautivador que nunca. Y si tiene que ver con la vida sentimental, el entretenimiento está garantizado. Porque, en la actualidad, lo que realmente atrae la atención del público son los programas con sexo y desavenencias amorosas; de ahí que primen los seriales que muestran a mujeres relatando descarnadamente su vida amorosa y sexual hasta el mínimo detalle. Algunas «famosas», incluso, han olido el filón de dinero que ello supone y no han tenido el mínimo decoro en «sacar del armario» toda la privacidad que hasta entonces habían compartido con el supuesto hombre de su vida. El día del show el «famoso» se sienta enfrente de los entrevistadores y comienza el espectáculo. Llantos, engaños, infidelidades, ofensas, insultos, gritos... Para partirte de risa si la persona que relata tiene chispa. O de pena si lo piensas con detenimiento. Porque, ¿no resulta obscena la exhibición de la intimidad, de tantas vivencias, buenas o malas, que se han compartido con la persona que durante un tiempo ha ocupado una parcela importante en la vida? Es como si el espectáculo se presentara en todo su esplendor al convertirse en «la realidad misma dando el espectáculo»: suspiros entrecortados, dramáticos silencios, «hablar de esto me hace daño», lágrimas con aflicción, interrupciones publicitarias para calmar la angustia, confesiones de amigos, vecinos, familiares, abogados... ¿Y dónde estará el atractivo de estos seriales? ¿Quizás en que el visualizar la propia vida a través del televisor da tranquilidad a sabiendas de que a otros les pasa otro tanto de lo mismo? Por eso de mal de muchos consuelo de... ¿O estará, sencillamente, en la implicación del apasionante drama para experimentar una vida que hiere pero no mata, que produce dolor pero es pasajero, que sabe a verdad pero siempre con la duda de la exageración? Pero, comentarios aparte, y dado que lo último de lo último -en la tele, me refiero- son las confesiones femeninas, con todo lujo de detalles, de las relaciones íntimas, esporádicas, con «famosetes» casados, ¿qué me dicen los que tenían pensado echar unas cuantas «canas al aire»? Cuidadito, señores, porque el futuro puede dar mucho que hablar.