El pasado fin de semana, paseando por la montaña con camiseta térmica y una simple camisa me sentía asfixiado. Aquello no era normal. En el bosque alto oímos cantar al cuco (ya venía ocurriendo semanas atrás). Se dice que cuando canta el cuco se han acabado las nieves, y el cuco, a pesar de su hábito de parasitar nido ajeno, siempre ha sido un ave de palabra. Pero el cuco erraba, y ahora se sentirá desolado (si de verdad es ave de palabra) pues en el Norte nieva otra vez. El clima engaña muchas veces a la naturaleza, lo cual no deja de ser consolador, como siempre lo es la presencia de lo imprevisible. Cada vez que sucede algo fuera de programa, como pasa ahora con los grandes cambios políticos, decimos que los tiempos se han vuelto locos. Un error de percepción temporal: la repetición de los ciclos largos desconcierta al que mide en corto. Miremos a Europa hace un siglo, en 1917.