Quienes, desde hace años, seguimos con interés la trayectoria de la entidad bancaria Unicaja debemos felicitarnos porque se ha hecho mayor, crecido en silencio y sin demasiados dolores en las articulaciones y ha consolidado un cuerpo bancario fuerte y sólido. Unicaja se ha hecho mayor y de aquella entidad imberbe, llena de dudas cuando se precipitaban las necesarias fusiones bancarias, saldrá a la Bolsa (por favor, sin tocar campanilla) con el rigor y profesionalidad que es parte importante de su esencia gracias a quienes han pilotado este proceso. El miércoles y por unanimidad, el consejo de Unicaja Banco daba luz verde al mismo (antes lo había hecho el patronato de la Fundación que preside Braulio Medel) y es hora de recoger los frutos, de la mejor manera, para fortalecer el camino que queda por recorrer, que no será una marcha militar como conocen sus actuales directivos.

Y en ello es preciso detenerse, porque salir a la Bolsa después de los periodos tormentosos que asolaron a la banca (que no han terminado) habla mucho y bien de quienes tuvieron que diseñar estrategias, a veces dolorosas, pero siempre con el horizonte de preservar las señas de identidad de quien hace 25 años inició una andadura, a veces llena de incertidumbre y dudas, pero siempre con el piloto (que nunca fue automático) orientado a preservar a la entidad de las turbulencias que asolaban la economía española, con efectos muy negativos afectando a miles de trabajadores del sector. Cuando llevamos meses viendo a otrora ilustres personajes de la política bancaria camino de la cárcel es de agradecer, y mucho, que haya personas que han hecho de la honestidad, la honradez y el buen hacer profesional su lema.

Es justo referirse a Braulio Medel, el padre de esta criatura fuerte y sólida, que, en silencio, sin levantar la voz, sin ganarse más adversarios que quienes lo querían ser, desoyendo cantos de sirena y rompiendo moldes en el estirado cuerpo de la cúpula nacional bancaria, fue capaz de sacar adelante a una entidad que naciera a principios del siglo pasado en Ronda, de la mano de don Juan de la Rosa (personaje que no puede quedar en el olvido) y situarla entre la mejor gestionadas y solventes de España. Mire usted, como diría un político que yo me sé, en los tiempos en los que estallaban las costuras de una gran parte de la banca española y las históricas cajas de ahorro pasaban a mejor vida, no fue nada fácil y hubo de sortear no pocos charcos, huir de cloacas pestilentes y armado del valor de quien se sabía apoyado por su equipo y por la solvencia de la nave que pilotaba, levantar vuelo, despegar con fuerza y situarse en las coordenadas lógicas de quien se sabía a donde quería llegar. Y así ha sido.

No se puede olvidar (sería un grave error) desconocer que como primer oficial de vuelo ejerció quien había mamado las esencias de esta entidad, casi en los albores de la democracia, y que tenía en vena el aprendizaje hecho al lado de Braulio Medel. Se trata, como pueden imaginar, de Manuel Azuaga. Salvo un periodo corto de tiempo que la entonces ministra Magdalena Álvarez se lo llevó para dirigir AENA, Azuaga echó los dientes en Unicaja, se vestía por la mañana el traje profesional de la entidad y comulgaba con una filosofía que le hizo seguir las pasos de quien fue su maestro piloto en tiempos de bonanza y en tiempos turbulentos, Braulio Medel. Azuaga, como antes, Braulio Medel, supo rodearse de un silencioso y excelente equipo directivo de profesionales, machacas de las directrices a seguir.

Desconozco cuáles serán los pasos a dar por Unicaja Banco en los próximos meses, ni cómo responderán los mercados, ese magma que nadie sabe quién es, pero de una cosa sí estoy seguro: irán con la cabeza alta, sin miedos y sin traumas, por el camino que les debe llevar a que Unicaja Banco sea el referente de la banca en Andalucía, tal y como apuntó la consejera de Hacienda, María Jesús Montero. Esta entidad (tampoco me gusta este nombre porque parece que no tiene alma) ha tenido papel protagonista en la reciente historia económica, social y cultural de Andalucía y así debe seguir haciéndolo, aunque tenga la obligación de abrirse a otros mercados (otra vez la palabreja) y en otras comunidades (algo que ya está haciendo) pero siempre con la diana en la tierra que la vio nacer y donde se ha hecho fuerte y crecido; lo dicho, se ha hecho mayor y quienes amamos a esta tierra debemos sentirnos orgullosos de ello. Felicidades.